sábado, 6 de enero de 2007

la Constituyente en Venezuela (1998-1999)

El Enfrentamiento Político Discursivo en la Constituyente (1998-1999)
Dr. Juan Eduardo Romero

1. EL DISCURSO DEL PODER Y SU CONSTRUCCIÓN.
Partimos de entender al Poder desde una óptica Weberiana, es decir el Poder es la capacidad que tiene un individuo o un grupo de individuos para hacerse obedecer (Weber,1954). En este sentido, el Poder esta ligado a la obtención de la persuasión, sea esta por medios violentos o a través de cualquier otro mecanismo que no necesariamente implique su uso. Al respecto el logro del poder esta relacionado con la capacidad que pueda tener quien lo ejerce para alcanzar ese convencimiento sin llegar a emplear la coacción como medio. Cuando se alcanza mediante la Coacción, hablamos entonces de un PODER CONDIGNO (GALBRAIHT,1985), entendido cómo la capacidad para conseguir que la(s) persona(s) cambie(n) de parecer a través de la amenaza real o ficticia del uso de la violencia. Lógicamente este tipo de poder conlleva un elevado costo social, pues la inversión que se realiza para mantener un aparato capaz de amedrentar con la violencia real o ficticia, puede llegar a ser muy alta. Por ello, los regímenes de fuerza mantienen unos muy costosos aparatos de seguridad.

Pero no es este el único tipo de PODER. Existe también el llamado PODER COMPENSATORIO, que logra la sumisión a través de un ofrecimiento que resulta beneficioso para quién decide someterse a la voluntad de otro. Este poder implica por lo tanto, el establecimiento de una relación de mutuo beneficio entre quién obtiene el poder y quién lo delega. Para quién lo obtiene, significa una resistencia más que ha sido vencida sin recurrir a la violencia; y para quién lo delega se traduce en un beneficio económico, social o de otro tipo, que le permite acceder a una situación de privilegio, al ponerse a tono con el PODER.

Sin embargo, estos tipos de PODER representan una erogación o gasto significativo, pues el “convencimiento” al que se llega no es producto de la voluntad del propio individuo, más bien representa una situación de conveniencia, menos dolorosa y más beneficiosa – económica o socialmente - que oponerse a quién ejerce el PODER. Esto deriva en el tercer tipo de PODER, denominado CONDICIONADO (Galbraith,1985), que consiste en utilizar diversos instrumentos institucionales, sociales para alcanzar la sumisión del individuo. El logro del PODER, esta asociado indisolublemente a la capacidad de “transmitir” el DISCURSO, en la capacidad de comunicar, de hacerse “entender”. Por lo tanto estamos hablando de un acto comunicativo y este se logra a través del HABLA. El HABLA entendido como un ACTO SOCIAL (ROMERO,1998), que permite al individuo transmitir una serie de ideas que hacen a otros individuos copartícipes de las mismas. Este ACTO SOCIAL, que es el DISCURSO se estructura en función de un objeto de deseo, es decir, lo que se trasmite no sólo es parte de lo que queremos, sino la capacidad misma del DISCURSO en construirse como una parte del ejercicio del PODER. Por lo tanto, hablamos de las formas que puede adquirir ese DISCURSO para oponerse, decide someterse a la voluntad de otro. Este poder implica por lo tanto, el establecimiento de una relación de mutuo beneficio entre quién obtiene el poder y quién lo delega. Para quién lo obtiene, significa una resistencia más que ha sido vencida sin recurrir a la violencia; y para quién lo delega se traduce en un beneficio económico, social o de otro tipo, que le permite acceder a una situación de privilegio, al ponerse a tono con el PODER.

Sin embargo, estos tipos de PODER representan una erogación o gasto significativo, pues el “convencimiento” al que se llega no es producto de la voluntad del propio individuo, más bien representa una situación de conveniencia, menos dolorosa y más beneficiosa – económica o socialmente - que oponerse a quién ejerce el PODER. Esto deriva en el tercer tipo de PODER, denominado CONDICIONADO (Galbraith,1985), que consiste en utilizar diversos instrumentos institucionales, sociales para alcanzar la sumisión del individuo. El logro del PODER, esta asociado indisolublemente a la capacidad de “transmitir” el DISCURSO, en la capacidad de comunicar, de hacerse “entender”. Por lo tanto estamos hablando de un acto comunicativo y este se logra a través del HABLA. El HABLA entendido como un ACTO SOCIAL (ROMERO,1998), que permite al individuo transmitir una serie de ideas que hacen a otros individuos copartícipes de las mismas. Este ACTO SOCIAL, que es el DISCURSO se estructura en función de un objeto de deseo, es decir, lo que se trasmite no sólo es parte de lo que queremos, sino la capacidad misma del DISCURSO en construirse como una parte del ejercicio del PODER. Por lo tanto, hablamos de las formas que puede adquirir ese DISCURSO para oponerse, anular o desprestigiar a otros DISCURSOS que tienen el mismo objetivo común: el PODER. Al respecto Michel Foucault (1980) nos señala en El Orden del Discurso, que “... el discurso, no es simplemente lo que manifiesta ( o encubre) el deseo; es también lo que es el objeto del deseo; y ya que – esto la historia no cesa de enseñárnoslo – el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación , sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse” (p.12).

De tal manera, que ese DISCURSO adquiere ciertas formas y características para hacerlo más trascendente que otros que se estructuran con su mismo fin.

1. 1. EL DISCURSO Y LA IMPLEMENTACIÓN DE SISTEMAS DE EXCLUSIÓN Y TRANSMISIÓN.

La capacidad implícita en un DISCURSO para convertirse en ese instrumento de deseo que nos habla Foucault, esta determinada por ciertas acciones, que él denomina PROCEDIMIENTOS DE EXCLUSIÓN (p.11), que deben entenderse como los mecanismos de control de la producción del DISCURSO, y que tienen por objeto controlar los acontecimientos aleatorios, conjurar los poderes y peligros que implícita. Entre esos procedimientos de control, se encuentra lo PROHIBIDO, que implica que en un discurso no debe ser dicho todo, que en cualquier circunstancia no se puede hablar de cualquier cosa, trasformándose en un Tabú (p.12), que regula las emisiones de ese ACTO SOCIAL. El no decirlo todo, permite por lo tanto a quién emite el Discurso disponer de una fuente de reserva, que impide la construcción de una oposición a los deseos expresados.
Existe por otra parte, otros dos factores de regulación del Discurso, son estos la RAZÖN y la LOCURA. Con respecto al primero, Foucault nos dice que ciertos discursos adquieren la trascendencia de la verdad oculta, siendo capaces de predecir lo que ha de suceder(p.12), en ese contexto el DISCURSO se “hace” verdad, que es asumida en todo su sentido y es capaz de multiplicarse, consiguiendo así transformarse en un DISCURSO DE PODER. Pero, la construcción de ese discurso, es producto al mismo tiempo de otro factor señalado por Foucault: La LOCURA, que se traduce en el impedimento de un discurso para circular como el de otros, siendo considerada su palabra nula o sin valor, carente de certeza, sin ningún tipo de conexión con la realidad (p.13).

Ambos tipos de exclusiones, están basados en un mismo elemento: la capacidad que tiene un Discurso para hacerse “creíble”, la diferencia estriba en el hecho que la razón produce una reproducción del Discurso, adquiriendo una trascendencia social que le es negada a la Locura, transformándose esta última en intrascendente, inocua, insustancial. La Razón y la Locura, están determinados por la certeza que adquiere el Discurso, es decir, la multiplicación o no del mismo, depende no de la verdad implícita, sino de la manera cómo llega ha ser percibida por el receptor del Discurso. Tabú (p.12), que regula las emisiones de ese ACTO SOCIAL. El no decirlo todo, permite por lo tanto a quién emite el Discurso disponer de una fuente de reserva, que impide la construcción de una oposición a los deseos expresados.

Existe por otra parte, otros dos factores de regulación del Discurso, son estos la RAZÖN y la LOCURA. Con respecto al primero, Foucault nos dice que ciertos discursos adquieren la trascendencia de la verdad oculta, siendo capaces de predecir lo que ha de suceder(p.12), en ese contexto el DISCURSO se “hace” verdad, que es asumida en todo su sentido y es capaz de multiplicarse, consiguiendo así transformarse en un DISCURSO DE PODER. Pero, la construcción de ese discurso, es producto al mismo tiempo de otro factor señalado por Foucault: La LOCURA, que se traduce en el impedimento de un discurso para circular como el de otros, siendo considerada su palabra nula o sin valor, carente de certeza, sin ningún tipo de conexión con la realidad (p.13).

Ambos tipos de exclusiones, están basados en un mismo elemento: la capacidad que tiene un Discurso para hacerse “creíble”, la diferencia estriba en el hecho que la razón produce una reproducción del Discurso, adquiriendo una trascendencia social que le es negada a la Locura, transformándose esta última en intrascendente, inocua, insustancial. La Razón y la Locura, están determinados por la certeza que adquiere el Discurso, es decir, la multiplicación o no del mismo, depende no de la verdad implícita, sino de la manera cómo llega ha ser percibida por el receptor del Discurso. De tal manera, que estamos hablando además de condiciones que hacen que quién emite el Discurso impregnado por la exclusión de la LOCURA, llegué a derivar en que sus palabras se transformen en simple ruido intrascendente, que no llega a equipararse con la RAZON en el Discurso.

Existe un tercer sistema de exclusión, considerado por Foucault: lo VERDADERO y lo FALSO (p.15-18). El primero se apoya en un sistema institucional, que viene acompañado por mecanismos arraigados en la sociedad, a través de los sistemas de edición: diarios, libros, comunicaciones, que hacen de tanto ser repetidas, que se asuman como verdaderas. Viene acompañada además de la forma como ese saber se expresa y se pone en práctica en la sociedad, cómo es valorizado, distribuido y aprendido. Es decir, este tercer sistema de exclusión se encuentra relacionado con la RAZON. Lo que llega a convertir a un Discurso en verdadero y razonable, se encuentra asociado a la capacidad que tiene para hacerse asimilable a todos aquellos quienes lo reciben. Es decir, se tiene razón y se es verdadero, si ese discurso llega a representar las expectativas creadas por quienes lo reciben. La verdad asimismo se transforma en un factor de presión sobre otros discursos, pues tiende a anularlos, a disminuir su capacidad para trascender. Es este el más trascendente de los sistemas de exclusión, pues cada vez se refuerza más dentro del contexto massmediático que vivimos.

La verdad, además abre las puertas a lo FALSO, en función del descarte. Es decir, cuando se asume un discurso, producto de unas prácticas institucionales como verdadero, esas mismas prácticas actúan para transformar a cualquier discurso que se oponga estructural y funcionalmente a este, como FALSO. Se produce así una acción que disminuye la capacidad de reproducirse, no solo del discurso, sino de aquel que lo emite.

Foucault, nos habla de otro sistema de control y delimitación del Discurso: LOS PROCEDIMIENTOS INTERNOS, que los entiende “como formas o principios de clasificación, de ordenación, de distribución, como si se tratase de dominar otra dimensión del discurso: aquélla de lo que acontece y del azar” (p.20-21).

Estos procedimientos internos, buscan por lo tanto complementarse con los sistemas excluyentes o prohibitivos. Al respecto nos habla del COMENTARIO (p.22-23), como el primero de esos procedimientos internos, y que permite que un relato, un discurso, un acto social del habla, pase de ser un discurso que se “dice”, pero que no trasciende, no penetra la psiquis, a otros que SON DICHOS, que adquieren por lo tanto un carácter más permanente y que le permite cumplir con las propiedades de lo VERDADERO Y LA RAZÓN, ejerciendo un poder de comunicación y reproducción que incide en la certeza que adquiere. A través del COMENTARIO el discurso se vuelve trascendente, pues en la medida que se transforma en factor de renovación, logra un mayor convencimiento. El comentario permite que el Discurso amplíe su capacidad de convencimiento o por el contrario contribuye a disminuir su permanencia, y por lo tanto, su efectividad como factor de persuasión. Conjuntamente con el comentario, Foucault nos señala otro elemento interno que es el AUTOR (p.24-27), y lo entiende no como un simple individuo social, que emite y cumple un acto cotidiano como es la expresión del habla, Foucault entiende al AUTOR como orígen y dinámica del discurso y a través del cuál este adquiere significación y coherencia. Esto es especialmente cierto en ciertos campos, como la literatura, la ciencia y la política. En la medida que un AUTOR con credibilidad en un campo emite una opinión – un discurso – este adquiere significado, asimismo no cualquiera puede convertirse en autor y tener propiedad en su discurso, convirtiéndose en una limitante significativa .

Ese sentido de AUTOR, marcha por lo tanto conjugado con el del COMENTARIO haciendo trascendente un DISCURSO, en tanto y cuanto quien lo formula tiene coherencia – o pretende tenerla – y por lo tanto sus emisiones discursivas se transforman en comentarios que son dichos y reproducidos y vueltos a nutrir por la naturaleza del autor. En sí mismo es un círculo que incide en la significación del discurso y más aun de un discurso político.
Finalmente Foucault, nos habla de otros elementos : el RITUAL y La DOCTRINA. El ritual señala ciertas características y cualidades que tienen los individuos que emiten el DISCURSO y son esas cualidades, las que permiten definir sus gestos, su comportamiento, las circunstancias en que se producen y los signos que acompañan el discurso, haciéndolo capaz de trasmitirse y multiplicarse al común de los individuos. El Ritual, por lo tanto fija las condiciones que inciden en la efectividad del enunciado descrito por el individuo y que debe ser objeto de reproducción, adquiriendo significado. El ritual establece, por otra parte, una exclusión para aquellos que no encajando en la eficacia de sus gestos, de sus comportamientos, no logran transformar su discurso en un signo digno de ser reproducido, asimilado y trasmitido.

La DOCTRINA por su parte, se entiende como el reconocimiento de unas mismas verdades – o que se asumen como tales – y la aceptación de una cierta regla de conformidad con un discurso asumido como válido. Esas reglas que se asumen con la Doctrina, permiten establecer una relación entre el sujeto y su enunciado, que incide en la transmisión del discurso. ¿Cómo ocurre ese proceso?, funciona en la medida que la DOCTRINA a través de esas reglas denuncia los enunciados a partir de los cuales hablan los sujetos, en las circunstancias en que los sujetos hablan con los signos que derivan de las reglas y que les permiten lograr la adhesión propia y extraña. Ella relaciona a los individuos con determinados grupos de expresión, de comunicación y al mismo tiempo que los relaciona, los excluye de otros que no comparten esa regla, les prohíbe cualquier otra regla estableciendo sistemas de separación o de cohesión dependiendo de la situación discursiva.

Estos elementos descritos por Michel Foucault, nos sirven de marco teórico referencial para analizar el Discurso de la Constituyente (Nov. 1998- Feb 1999).


2. 2. EL DISCURSO POLÍTICO SOBRE LA CONSTITUYENTE. LOS ACTORES , LOS DISCURSOS Y SU PERTINENCIA.

El Proceso Constituyente, experimentado en Venezuela durante el año 1999, esta relacionado con la aparición de condiciones de crisis en el sistema político. Estas se explican a partir de la situación socio- económica generada en nuestro país desde las primeras manifestaciones de agotamiento, determinadas por el déficit fiscal derivado de la deuda externa, por el establecimiento de un régimen de cambio diferencial, por una creciente balanza de pagos negativa y por la pérdida de legitimidad – entendida como la capacidad que tiene un sistema político de ser reconocido (HABERMAS,1985)- que se expresa en un creciente aumento de la Abstención en los procesos electorales, sobre todo a partir de 1989, cuando alcanza cifras superiores al 18%,que si bien es cierto no son altas, sí son significativas cuando la comparamos con los niveles de abstención antes de ese año, que no llegó a sobrepasar nunca el 10% (MOLINA Y PÉREZ,1994).

Este agotamiento de las condiciones de funcionamiento institucional, implementadas a través del Pacto de Punto Fijo (1958) y el Avenimiento Obrero-Patronal (1960), elevó la conflictividad interna entre los actores políticos hegemónicos del sistema, quienes habían logrado establecer normas de regulación que insistían en la búsqueda del consenso como formula de resolución política. El sistema no propició respuestas sociales que disminuyeran la manifestación del conflicto, por el contrario se enfrascó en una resistencia al cambio institucional, sugerido desde el mismo seno del Congreso Nacional (Combellas,1995). Esa resistencia finalmente buscó su válvula de salida, cuya expresión primera y primaria fue el estallido de febrero de 1989 y la última fueron los intentos de Golpes de Estado de 1992. En este contexto surge el fenómeno Chávez, con una propuesta que es asumida partiendo de un Discurso que fue PROHIBITIVO: el de la Constituyente. Esa propuesta de renovación, inicialmente propuesta por Juan Liscano, Uslar Pietri, Oswaldo Alvarez Paz, entre otros; quienes a partir de 1991 la propugnaban como una vía para evitar la definitiva eclosión del sistema. Sin embargo, por el carácter de los autores y las circunstancias experimentadas fue asumida como un COMENTARIO que se dijo, pero no fue dicho, es decir, siguiendo a Foucault no trascendió el momento.

No será sino en las condiciones generadas por el proceso electoral de 1998, que ese discurso sobre la Constituyente dejará de ser prohíbido y trascenderá en el comentario de la sociedad venezolana. Será el mismo Chávez quién señale el camino para darle trascendencia a ese Discurso, se convierte en un Autor, que construye esa emisión dándole un carácter de verdad y razón.

Chávez llega a expresar concretamente la sintomatología de la crisis institucional. El Discurso sobre la Constituyente propone una vía para la renovación, que toma como base esa propuesta. La Constituyente pensada y razonada desde su óptica, es la mejor manera para superar las graves contradicciones de la sociedad venezolana. Es en esta parte que el Discurso de Chávez, se transforma en un comentario QUE ES DICHO, es decir que es objeto de reproducción por parte de colectivo, sus ideas serán las que marcarán la pauta de la discusión política en los meses previos al proceso electoral de 1998, tanto para manifestar rechazo a sus ideas, como para establecer un apoyo a las mismas.
Es él como Autor autorizado, quién dirigirá el ritmo del Discurso Político que será recogido por la Prensa Nacional. Así por ejemplo (luego de ser conocidos los resultados de las elecciones de Noviembre de 1998) el Sub-jefe de la Fracción Parlamentaria de COPEI, Alcibíades Castro expresaba la disposición de su partido de oponerse a la propuesta Constituyente , que según sus propias palabras “ (implica) un plan de acción para la defensa de la democracia y sus instituciones desde el Congreso” (EL Nacional: 21/11/98, p.D-6)[1][2].

Veremos como se construye un Discurso, que de una y otra parte, es decir, tanto por los partidarios de Chávez como de quienes se le oponen, pretende manejarse entre los VERDADERO Y LO FALSO, entre la expresión de LA LOCURA Y LA RAZÓN. Cada actor político, dependiendo de su procedencia intenta minimizar o subestimar las propuestas del “otro”. Carlos Andrés Pérez, elegido como Senador en las elecciones de 1998, expresa al respecto de las conversaciones para conformar un frente anti-chávez que “ dichas conversaciones no van a prosperar debido a la ceguera de los venezolanos que pretenden votar por el líder golpista” (PANORAMA:15/11/98, p.1-15). El argumento, de la oposición que pretende trascender como verdad – pero que dado el origen de los AUTORES que lo emiten no se asume como tal- se basa en una doble lectura: 1) El Proceso Constituyente no solucionará los problemas de la sociedad venezolana y 2) La Convocatoria como lo anuncia Chávez a través de un referéndum es inconstitucional.

El primer argumento, esta sustentado esencialmente por los adeptos de Salas Romer, candidato de Proyecto Venezuela, quién señala que:
“ ... el tema de la Constituyente no debía ser tratado en el marco de una Campaña Electoral, por cuanto el país buscaba soluciones concretas y la Constituyente... no puede favorecer el empleo, reducir la inflación o mejorar la calidad de los servicios... Sí pretendemos darle continuidad a un sistema democrático, no habría necesidad , ni tendría justificación histórica una Constituyente” (EL UNIVERSAL: 16/12/98, p.1-16).
Así el Proceso Constituyente, no es discutido por su dinámica o su trascendencia, sino que la discusión pretende enmarcarse en su incapacidad para resolver los problemas económicos y sociales, que desde esa óptica particular son los que exigen una mayor atención. Lógicamente esta afirmación supone soslayar los problemas de Gobernabilidad, producto del agotamiento del modelo que experimente el sistema político venezolano.

Por otra parte, la segunda afirmación para disminuir el impacto de la Constituyente, estuvo asociada con la inconstitucionalidad de la propuesta. Los argumentos se basaban en una lectura estricta del derecho constitucional, que establecía que sólo a través de la Constitución Nacional de 1961, mediante el artículo 245, se podía adelantar el proceso de promulgación de un nuevo marco jurídico. Al respecto, las manifestaciones coincidentes de la oposición señalan la viabilidad de una modificación en primera instancia para convocar el proceso, y que se desarrollará bajo la tutela del Congreso Nacional elegido en Noviembre de 1998. En este sentido son emblemáticas las afirmaciones del Ramón Escovar Salón, exFiscal General de la República, miembro del Gabinete de Rafael Caldera, exCanciller de la República, quien señaló tajantemente “ digo no a la Constituyente. Sí a la reforma Política”(LA VERDAD:17/11/98, p. 8-A). Con una propuesta más sustentada encontramos a José Enrique Molina, Profesor
Universitario, experto en procesos electorales y Presidente de la Asociación Venezolana de Derecho Constitucional, quién afirma:
“... en estos momentos, tal como está el cuadro político y la situación social y económica del país, la puesta en marcha de una Constituyente, bajo los preceptos expuestos por el candidato presidencial Hugo Chávez, es un acto inconstitucional que iría en contra de nuestra Carta Magna” (LA COLUMNA:23/11/98,p.4).


La oposición construye una Doctrina, que tiene en común el manejo de elementos simbólicos comunes, de un RITUAL que caracteriza a todos quienes se oponen a la propuesta y que insisten en la FALSEDAD y la LOCURA del planteamiento. Encontramos a exmagistrados de la Corte Suprema de Justicia, que también suman sus voces en la construcción de este Discurso, como es el caso de Roberto Yepez Boscán, que indica:
“...la propia Constitución establece los mecanismo para ser reformada...La Constituyente debe convocarse pasando primero por la reforma Constitucional” (PANORAMA: 09/12/98, p. 4-6).

A pesar de ser para los opositores una DOCTRINA, la misma no se muestra homogénea, algunos no coinciden en la propuesta y señalan su oposición a todo el proceso constituyente. Es el caso de Eduardo Fernández, ex secretario general de COPEI y ex candidato presidencial de ese partido en 1993:
“ ...quiero reiterar después de las elecciones lo mismo que dije antes : la propuesta de la Constituyente es inconstitucional, es inconveniente e innecesaria” (PANORAMA:19/12/98,p.4-6).

Esta posición de Fernández, cierra cualquier tipo de negociación que se estableciera en torno a la Constituyente. Es una posición que resalta desde su óptica, la carencia de RAZON en el planteamiento de Chávez. No es por lo tanto una posición dominante, en esa DOCTRINA contra-constituyente. AD por ejemplo a través de sus líderes fundamentales, objeta el mecanismo sugerido por Chávez, esencialmente por que esté le da el control sobre el proceso y disminuye la incidencia de ese partido en la dinámica política. Al respecto señala Lewis Pérez, Secretario general :
“ AD ratifica su disposición de contribuir desde el Congreso para lograr que la convocatoria de la Asamblea Constituyente se haga con respeto a la Constitución”(EL UNIVERSAL:15/12/98, p.1-15).

Algunos otros hablan de acuerdos que integren a todas las fuerzas políticas en una convocatoria de la Constituyente desde el Congreso – Douglas Dáger, de Proyecto Venezuela (El Universal:17712/98,p.1-16)- o que este proceso resulte de la conformación de un Acuerdo Nacional de los poderes constituidos para viabilizarla a través de una reforma, es el caso de Enrique Ochoa Antich, Diputado y uno de los fundadores de COFAVIC[2][3] (EL UNIVERSAL:18/12/98: P.1-16). Para otros como el Cura Calderón, Gobernador del estado Táchira, el proceso constituyente es inexplicable por que lo establecido en la Constitución Nacional , no ha sido cumplida a cabalidad y por lo tanto no se justifica incorporar un nuevo cuerpo constitucional, cuando el que esta vigente tiene muchas fortalezas (EL NACIONAL: 15/12/98, p.D-8).

Personajes como Juan José Caldera, Senador por CONVERGENCIA, expresa que desarrollar la Constituyente tal como señaló Chávez, deriva en un enfrentamiento grave entre los poderes públicos, complicando el clima institucional en Venezuela (PANORAMA:06/01/99,p.1-8).En esa misma tónica, se expresa Douglas Dáger, de Proyecto Venezuela (PANORAMA:07701/99,p.1-8).

Otros indican la conveniencia de retomar la propuesta elaborada por Rafael Caldera, a partir de 1992 , manifestada a través del jefe de la fracción parlamentaria de Convergencia, Juan Sosa Maury (PANORAMA:08/01/99,p-4-4).Por su parte, Uslar Pietri, escritor e intelectual, miembro de los llamados NOTABLES, agrega nuevos elementos a esa DOCTRINA, reforzando el carácter FALSO Y DE LOCURA de la Constituyente propuesta por Chávez, señalando que no cree en ella, pues no es mágica para solucionar los problemas del país, además de rechazar cualquier propuesta de referéndum por considerarla dictatorial (EL UNIVERSAL:16/01/99,p.1-12).

Incluso la Iglesia Católica, llega a expresar su disidencia con la idea de la Constituyente y el candidato que lo sugiere, de una forma tácita, sin nombrarlo, pero estableciendo indicadores que permiten identificarlo claramente, Monseñor Ignacio Velasco, arzobispo de Caracas, llega a expresar que:
“Cualquier candidato debe agarrar el toro por los cuernos con un buen equipo. Quisiéramos que se trataran de solucionar los problemas más graves: la cuestión económica, la inflación, el desempleo, y después se puede pensar en una Constituyente para trabajar en forma serena y tranquila. Tantas cosas que hay que arreglar y que no las arregla la Constituyente...” (http://www.wl-nacional.com/archive/result.asp?/La Constituyente. 9/10/98).

Este señalamiento es contundente, la oposición proveniente de todos los sectores corporativos, que durante tanto tiempo se beneficiaron del sistema político venezolano, muestran su resistencia a que el Discurso de la Constituyente, se constituya en un referente simbólico ampliamente expresado en la sociedad civil. No obstante, este esfuerzo resultó inútil, en un doble sentido, por una parte en los supuestos que buscaban explicar la FALSEDAD Y LA LOCURA , de la propuesta y por el otro en la DOCTRINA, que fue desmontada progresivamente tanto por Hugo Chávez, como por diferentes actores cercanos o aglomerados en torno al llamado Polo Patriótico.

El mismo Hugo Chávez, fue de los primeros en salirle al paso a las afirmaciones que procuraban desvirtuarlo a él como AUTOR, de la propuesta CONSTITUYENTE, expresando que está es el resultado de un proceso incontenible, basado en las expectativas creadas en la población venezolana, para quienes llega a “representar” una puerta que brinda una salida institucional a todas las contradicciones e insatisfacciones contenidas durante más de 40 años de ejercicio de la Democracia, es ese Pueblo que lo eligió el mismo que es capaz de discernir lo VERDADERO DE LO FALSO, LA RAZÓN DE LA LOCURA:

“Yo, Hugo Chávez Frías, proclamo al pueblo verdadero dueño de su soberanía, como hijo de Dios, como dueño de su propia historia , porque allí está la verdadera historia.la voz del pueblo es la voz de Dios, reconocido es... Se fueron los nubarrones, todo era mentira, no hay tal Satanás, Satanás sabemos donde anda, aquí lo que está es un pueblo,.., un pueblo que esta cansado de estos últimos años” (El Nacional: 11/12/98,p. D-4).


Chávez es tajante, aquellos que hablaron de la imposibilidad del cambio, de la locura que representaba ese cambio propuesto por él, se equivocan, “ellos” son los FALSOS, por su ORIGEN – AUTORES ligados al proceso democrático de los últimos 40 años- en ese pueblo, que se hizo partícipe del cambio subyace la RAZÓN, y eso permite que la propuesta Constituyente, exprese una luz en la penumbra, por donde se desarrolle una verdadera democracia:

“Es el único camino (se refiere a la Constituyente) que tenemos al frente para salir de este laberinto como queremos salir, en paz, para construir la democracia, para evitar que el Poder Constituido nos pueda pasar por encima a todos, para darle justicia al pueblo”(Idem).

Esa afirmación, derivó en lo sucesivo en el desarrollo de una contra-argumentación discursiva, que buscaba darle respuesta a los planteamientos ya citados, en torno a la inconstitucionalidad de la Constituyente y a la incapacidad de la misma para resolver los problemas de la sociedad venezolana.
Será el mismo Chávez, quién argumentará como la Constituyente, no sólo ayudará a solucionar los inconvenientes de Venezuela, si no que su convocatoria ha sido ya reafirmada por el voto de los venezolanos:

“La vía es la que el pueblo ha dado su respaldo más vigoroso que propuesta alguna haya tenido en este siglo, es la vía de la Asamblea nacional Constituyente... Esa es la vía revolucionaria...”(PANORAMA:05/01/99, p. 1-8).

Esta fue la base de la DOCTRINA elaborada por él y otros. Se caracterizó por 1) Señalar la determinación del pueblo venezolano a construir un camino marcada por la Constituyente, 2)por sostener, la necesidad de la reforma total del sistema político venezolano y 3) la legalidad de la convocatoria de un referéndum para manifestarse sobre los marcos de acción y desarrollo de la constituyente en un sentido originario.

Para salirle al paso a las argumentaciones, que indicaban el carácter irracional e inconstitucional de la Constituyente, estaban personajes como Ricardo Combellas[3][4], quien llegó a indicar que:
“...el Congreso de la república, debe asumir su responsabilidad de iniciar la consulta popular, porque de lo contrario el presidente electo debe dirigirse al CNE para convocar una consulta popular”(PANORAMA:09/12/98, p.4-6).

Esta propuesta de Combellas, manifestó cierta divergencia con la DOCTRINA que señalamos, por cuanto dejaba abierta la posibilidad que fuera el Congreso quién convocara el proceso. Existieron otras argumentaciones, que encajaron mejor dentro de la DOCTRINA reforzándola, tales como las emitidas por J.M. Delgado Ocando[4][5]:

“Es indudable que si dejamos que el poder constituido, enmiende o reforme la Constitución nunca se podrá esperar de ese poder constituido que se produzca un proceso político que termine en una reconstrucción del país” (PANORAMA:10/12/98, p.4-6).

Introduce además otro elemento teórico, que será clave durante la Instalación de la Asamblea Constituyente después de Julio de 1999, que será la propuesta del carácter supraconstitucional de la Asamblea y el necesario desplazamiento por parte de ella, de los poderes constituidos:
“Me parece que en la medida que la Constituyente sea convocada, el poder constituido cesa porque queda deslegitimado” (IDEM).


No fue el único que sugirió argumentos de sustentación de la DOCTRINA, encontramos respuesta al planteamiento de que con la Constituyente no se iba al mercado, por parte de actores como Hiram Gaviria[5][6], quien sostiene:

“Con la Asamblea Constituyente sí se podrá comer porque entre los proyectos constitucionales está la creación de la Ley de Seguridad Alimentaria como lo ha propuesto el presidente Hugo Chávez” (LA COLUMNA:26712/98,p.6).

Otro actor significativo, por la sustentación que hace de la DOCTRINA es Manuel Quijada, Abogado, miembro de Los Notables, que sostiene:
“...( el Congreso)no puede tener inherencia en la convocatoria de la Asamblea. Sólo se le ha ocurrido aquí a algunos abogados venezolanos y, por supuesto, a los políticos; porque la doctrina, todos los filósofos del derecho, los grandes constitucionalistas del mundo, sostienen que el poder constituyente no esta sujeto a ningún marco constitucional.” (EL NACIONAL:20/11/98,p.D-6).

En otra entrevista señala:
“La Tesis de que es necesario modificar la Constitución para que se pueda convocar a una constituyente no tiene bases en el derecho Constitucional... Por lo tanto Hugo Chávez estaría ajustado a derecho y sería incontestable jurídica y constitucionalmente su decisión, como Presidente de la república, de someter a un referéndum la convocatoria de la Constituyente...” (EL NACIONAL:10/12/98, p-A-5).

Se conjugaron entonces varios elementos para darle un carácter de trascendencia a la propuesta constituyente, en primer lugar, las condiciones de agotamiento del modelo político y de los actores tradicionales, cuyos discursos no llegaron ha ser creíbles. En segundo lugar, la naturaleza de los ACTORES que sostuvieron las argumentaciones a favor de la Constituyente: Chávez y los demás – Delgado Ocando, Jorge Olavarría[6][7], Javier Elechiguerra[7][8], Tulio Alvárez, entre otros – no fueron vistos “como más de lo mismo”. Por el contrario, se asumió su argumentación, por parte de la población, con mucha efectividad, tal como quedó demostrado en los estudios publicados por los mismos medio de comunicación social (El Universal publicó el 06-01-99, un estudio realizado por DATANALISIS donde el 78% de los consultados an Caracas apoyó el referéndum consultivo).

De tal manera, que los actores políticos conglomerados en torno a Chávez, limitaron el discurso de los partidos tradicionales y de otras personalidades, haciendo especial énfasis en la RAZON , LA VERDAD, LA DOCTRINA y EL RITUAL en la propuesta constituyente desarrollada durante el año 1999.
3. 3. FASES DEL PROCESO CONSTITUYENTE (1999-2000)
Podemos establecer ciertas etapas a partir de la elección de Hugo Chávez en diciembre de 1998, con respecto a la implementación del proceso constituyente (Tabla N°1):
· · 1era Fase: Impacto de la Elite Política ante el triunfo de Chávez (Diciembre 6 de 1998 a Enero 1999). Determinada por la sorpresa e incredulidad al respecto del triunfo del Polo Patriótico, por otra parte, esta fase estuvo signada por el intento de refugiarse en los poderes constituidos (Congreso, Partidos, Corte Suprema).
· · 2da Fase: Reacción Legalista a la propuesta Constituyente(Enero 1999 hasta febrero 2). Caracterizada por la introducción de diversos recursos de interpretación ante la Corte Suprema de Justicia, intentando encontrar un piso jurídico que impidiera la toma del poder por parte del MVR. Estuvo signado por un enfrentamiento relativo a la capacidad del actor encargado de convocar el Referéndum. Hay dos momentos en esta etapa, un primer momento determinado por el Congreso, por los representantes de AD y COPEI, quienes derrotados por el Fallo N°17 de la Corte Suprema de Justicia, se vieron obligados a ceñirse a la resolución jurídica y por lo tanto, intentaron ser ellos quienes adelantaran el proceso. La otra subetapa estuvo caracterizada por la reacción de Chávez y el Polo Patriótico ante lo que ellos llamaron la amenaza de una “Constituyente Chucuta” (El Nacional, 26-01-99:D-2). Este temor de quedar amarrados al Congreso, fue lo que llevo a Chávez a ejecutar el decreto N°3 que declara la Convocatoria de la Constituyente.
· · 3era Fase. Intento de objetar las Bases de la convocatoria al Referéndum (febrero-marzo 1999). Cuando fracasó la iniciativa del Congreso para convocar en ese órgano del Poder Público el proceso constituyente, y ante el hecho del establecimiento por parte del MVR y Hugo Chávez de las bases de la convocatoria, se intentó a través de un recurso introducido en la Corte Suprema modificar las Bases sin mayor resultado.
· · 4ta Fase. Campaña contra el referéndum (Marzo-Abril 1999). Aunque poca efectiva, esta etapa determino lo que sería el comportamiento político de la oposición: un doble juego signado por una parte por la resistencia al proceso y por la otra, una incorporación tardía e inefectiva para intentar no quedar fuera del juego político.
· · 5ta fase. Construcción de las candidaturas y propuestas para la Asamblea Nacional Constituyente (Mayo-Julio 1999). Fue una etapa muy prolífica dado el amplio debate suscitado entre las diversas corrientes políticas con respecto a cómo debía dirigirse el proceso constituyente. Determino el posterior dominio que tuvo el Polo Patriótico en la ANC.
· · 6ta Fase. Instalación y deliberación de la Constituyente (Agosto-Diciembre 1999). Fue quizás la etapa más difícil en todo el proceso, principalmente por que se enfrentaron a dos elementos puntuales en la implementación de la mecánica constituyente: 1) la disyuntiva de coexistir o no con un Congreso definitivamente hostil a la ANC y 2) la magnitud del proceso Constituyente, referida a sí la ANC debía sólo restringirse a crear una Nueva Carta Magna o por el contrario, debía crear una nueva Ingeniería del Estado.

FASES DEL PROCESO CONSTITUYENTE (1998-1999)


Tabla N° 1. Fases del Proceso Constituyente (1998-1999). Fuente: Juan Eduardo Romero

IMPACTO DE LA ELITE POLÍTICA ANTE EL TRIUNFO DE CHAVEZ (Dic 1998-Enero 1999)



2da
fase

Reacción Legalista a la Propuesta Constituyente
(Enero-Febrero 1999)

Fallo N°17 CSJ, le otorga carácter legítimo al referéndum

Posibilidad de una Constituyente Chucuta/ decreto N° 3 (febreo 2-1999)

Intento de Objeción Bases Constituyente
(febrero- marzo 1999)

CAMPAÑA CONTRA EL REFERÉNDUM (MARZO-ABRIL 1999)

Construcción candidaturas y propuestas
(mayo-Julio)

Instalación y deliberación de la Asamblea Nacional Constituyente (Agosto-Diciembre 1999)

























La discusión en torno al proceso constituyente, tuvo varios matices. Uno de ellos era el del actor encargado de realizar la convocatoria. El MVR y Hugo Chávez, se mostraban preocupados después de conocido el fallo N°17 del magistrado de la CSJ Humberto La Roche. Había motivos para estarlo si se considera el panorama que se vislumbraba luego del significativo paso determinado por la decisión. El Congreso había insistido ante las amenazas mismas del presidente de la república, en ser el encargado en sesión conjunta de las Cámaras, de convocar el referéndum, esta opción habría dejado fuera del juego político al Polo Patriótico y ante esta amenaza es que se produce el Decreto N°3, del 2 de febrero de 1999.
El Decreto N°3 contiene manifestaciones concretas del significado que tuvo el hecho de ser el Presidente de la República y no las Cámaras en conjunto, quien convocara el referéndum. En primer lugar, define el actor que genera la directriz y el ritmo del proceso, con esta acción resquebraja cualquier intento de controlar y ejercer dominio sobre la definición de la transición socio-política. Marca la decisión de lanzar el decreto N°3 la mecánica que siguió la Constituyente: la definición por parte de Hugo Chávez y el Comando Táctico de las acciones que se implementaron. De esa forma, AD y COPEI refugiados en el Congreso Nacional – último bastión del poder constituido- quedaron totalmente amarrados a las decisiones emanadas del Ejecutivo Nacional.
El Decreto N°3, señalo varios elementos. Uno, que Hugo Chávez no estaba dispuesto a dejarse arrebatar la dirección de la transformación. En segundo lugar, fue un indicio del carácter inclemente en el trato hacia una elite que ya lucia derrotada, sin objetivos claros y cuyos movimientos estaban siendo determinados anticipadamente por el Ejecutivo. El tercer y más importante elemento, esta basado en la circunstancia que el Artículo segundo del decreto otorgaba amplias facultades al Ejecutivo en la determinación del procedimiento a seguir en el referéndum:
Decreto de convocatoria a un referéndum para convocar a una Asamblea Constituyente
Caracas, 2 de febrero de 1999Foto de El UniversalDocumentos sobre la propuesta de una Asamblea Constituyente
El sistema político venezolano está en crisis y las instituciones han sufrido un acelerado proceso de deslegitimación. A pesar de esta realidad, los beneficiarios del régimen, caracterizado por la exclusión de las grandes mayorías, han bloqueado, en forma permanente, los cambios exigidos por el pueblo. Como consecuencia de esta conducta se han desatado las fuerzas populares que sólo encuentran su cauce democrático a través de la convocatoria del Poder Constituyente Originario. Además, la consolidación del Estado de Derecho exige de una base jurídica que permita la práctica de una Democracia Social y Participativa.
A las situaciones anteriormente relacionadas se añaden los siguientes hechos:
a) La convocatoria de una Asamblea Constituyente es un compromiso moral y político con el pueblo venezolano,
b) La Corte Suprema de Justicia, en sus dos decisiones del 19 de enero de 1999, ha establecido que para realizar el cambio que el país exige, es el Poder Constituyente, como poder soberano previo y total, el que puede, en todo momento, modificar y transformar el ordenamiento constitucional, de acuerdo con el principio de la soberanía popular consagrado en el artículo 4 de la Carta Fundamental,
c) El referendo previsto en la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política, es un mecanismo democrático a través del cual se manifiesta el poder originario del pueblo para convocar una Asamblea Nacional Constituyente y un derecho inherente a la persona humana no enumerado, cuyo ejercicio se fundamenta en el artículo 50 del Texto Fundamental y que, ese derecho de participación, se aplica no sólo durante elecciones periódicas y de manera permanente a través del funcionamiento de las instituciones representativas, sino también en momentos de transformación institucional que marcan la vida de la Nación y la historia de la sociedad,
d) La Asamblea Nacional Constituyente se hace necesaria para legitimar la adecuación del marco institucional y transformar el Estado, en base a la primicia del ciudadano, y
e) El Gobierno Nacional debe acometer el proceso de cambios a través de un mecanismo que implique la participación directa del ciudadano y armonizar criterios que permitan la aprobación de una Constitución que satisfaga las expectativas del pueblo y cumpla los requerimientos técnicos del derecho Constitucional Democrático.
Por estas razones, el Presidente de la República Hugo Chávez Frías, en ejercicio de la atribución contenida en el artículo 181 de la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política, en concordancia con los artículos 182, 185 y 186 ejusdem, en Consejo de Ministros:
DECRETA
Artículo 1: La realización de un referendo para que el pueblo se pronuncie sobre la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.
Artículo 2: El Consejo Nacional Electoral ejecutará los actos necesarios para divulgar el contenido de la propuesta de convocatoria, invitar a los ciudadanos a participar en el referendo y realizar el escrutinio del acto de votación.
Artículo 3: El instrumento electoral contendrá las siguientes preguntas que serán contestadas con un «si» o un «no».
PRIMERA: ¿Convoca usted una Asamblea Nacional Constituyente con el propósito de transformar el Estado y crear un nuevo ordenamiento jurídico que permita el funcionamiento efectivo de una Democracia Social y Participativa?
SEGUNDA: ¿Autoriza usted al Presidente de la República para que mediante un Acto de Gobierno fije, oída la opinión de los sectores políticos, sociales y económicos, las bases del proceso comicial en el cual se elegirán los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente?
Artículo 4: Los Ministros de Relaciones Interiores y de la Secretaría de la Presidencia quedan encargados de la ejecución del presente Decreto
Dado en Caracas, a los dos días del mes de febrero de mil novecientos noventa y nueve. Año 188° de la Independencia y 139° de la Federación.
(L.S)
HUGO CHÁVEZ FRÍAS
Refrendado:
El Ministro de Relaciones Interiores, encargado del Ministerio de Justicia,
El Ministro de Relaciones Exteriores,
El Ministro de Hacienda,
El Ministro de la Defensa (www.el-universal.com , 02/02/2001)

Si la convocatoria al referéndum generó controversia, la realización del nuevo proyecto de Constitución y de país produjo mayores enfrentamientos. El primer punto de controversia ya había sido recogido en cierta forma por la prensa nacional, estaba referido al hecho sí la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) debía sólo formular una nueva Constitución – posición de la mayoría de los representantes de AD y COPEI- o si por el contrario, tal como sostenían Chávez y los partidos del Polo Patriótico, se debía proceder a una reestructuración de todo el poder constituido. La clave para determinar la direccionalidad del proceso lo constituyó las preguntas del referéndum del 25 de Abril, que establecieron las bases de convocatoria de la ANC.
Esas bases de elección de la ANC, impedían objetivamente el acceso de los partidos del status quo, al imponer la colocación de los símbolos partidistas en la Boleta Electoral, identificando a los candidatos de AD y COPEI , quienes de esa forma fueron objeto de una campaña que propendió a desprestigiarlos – aún más de lo que ya estaban- y a ponderar las bondades y el compromiso social de los candidatos del Polo:
¨´"Caballo de Troya, invasores, enmascarados". Estos son algunos de los calificativos que han recibido los candidatos independientes a quienes acusan de ser apoyados, de bajo perfil o a la sombra, por los partidos AD, Copei y Proyecto Venezuela a la Asamblea Nacional Constituyente, pero con la salvedad de que no los han postulado abiertamente. La explicación parece muy sencilla: las organizaciones tradicionales conocen del rechazo de la sociedad hacia ellas, están conscientes de que el liderazgo del que gozaron durante cuatro décadas es tan frágil que se quebró en las elecciones presidenciales de 1999. De allí que respalden, sin aparecer públicamente, a algunos de esos candidatos.
Este es uno de los principales argumentos que han sostenido los dirigentes del Polo Patriótico para asegurar que los partidos AD y Copei están "marginados conscientemente" del proceso constituyente y que sólo han postulados a connotados dirigentes que no se pueden "quitar la etiqueta" de tradicionales.
Las postulaciones de candidatos nacionales ante el Consejo Nacional Electoral, hasta el viernes a la 1:00 pm, parecen darle la razón al Polo Patriótico. De los 29 aspirantes inscritos por el circuito nacional, todos han manifestado, con algunas excepciones, que lo hacen por iniciativa propia o por organizaciones de la sociedad civil.
Otro argumento de mayor peso a favor de los partidos de gobierno se refiere a las cifras definitivas de las elecciones presidenciales de 1998. Los números de la Comisión de Totalización del CNE indican que los partidos que adversaron al Presidente de la República obtuvieron la más baja votación en la historia democrática venezolana.
Según el boletín definitivo del organismo electoral, AD obtuvo 591.362 votos y Copei 140.792 sufragios.´´ (El Nacional,04-05-1999).

La estrategia del Polo patriótico fue más que efectiva, al desarrollar una campaña que propendió al desprestigio y minimización de los candidatos de AD y COPEI, obligándolos en algunos casos a refugiarse en el “supuesto” carácter de independientes, para tratar de sobrevivir en la dinámica política que estaba siendo inaugurada por Chávez:
"A todos los que acabaron con Venezuela, y ahora sé que se quieren disfrazar de independientes... Los adecos no quieren que les digan adecos; los copeyanos no quieren que les digan copeyanos; quieren enmascararse, pero nosotros les vamos a quitar las máscaras. Nosotros atacaremos de manera implacable, de frente, por la retaguardia, por el flanco izquierdo, derecho, por arriba, y los derrotaremos de manera definitiva y estruendosa el 25 de julio", dijo el jefe de Estado. (EL NACIONAL, 23-05-1999)

. De esa forma, disminuyó la postulación de candidatos que se identificaron con los partidos tradicionales – sobre todo si se compara con las elecciones de Noviembre y diciembre de 1999- haciendo fácil la tarea del desplazamiento del poder:
"Esas organizaciones se han marginado abiertamente del proceso porque saben del rechazo del pueblo hacia ellos. Pero están apoyando candidatos que quieren hacer aparecer como independientes. Los están camuflando ante el electorado".
La apreciación es de la representante del Movimiento V República ante el Consejo Nacional Electoral, Sonia Miquilena. Para ella, muchos aspirantes respaldados por AD, Copei y Proyecto Venezuela se postulan bajo la figura de iniciativa propia o por la sociedad civil. Citó como ejemplo el caso de Henry Ramos Allup, quien se inscribió "por iniciativa propia" por el estado Apure.
Miquilena sostuvo que AD y Copei e incluso Proyecto Venezuela son rechazados por las mayorías nacionales. "Esta es la razón por la que tratan de que sus candidatos aparezcan como independientes, postulados por iniciativa propia, camuflándose así ante el electorado. También apoyarán a candidatos aparentemente independientes que defenderán sus posiciones en la Asamblea Nacional Constituyente. De esta manera piensan burlar a los electores", dijo.
Recordó que esa fue una de las razones por las que el MVR respaldó la inclusión de los símbolos de los partidos en la boleta electoral, "para evitar esta burla al pueblo venezolano" (El Nacional, 06-05-1999).

La identificación de los candidatos a través de la inclusión de símbolos de los partidos, fue solo la primera parte de la estrategia diseñada para obtener la hegemonía en la conformación de la ANC. Con esta primera fase en el diseño de la campaña, se pretendía “identificar” a los candidatos del status quo, potenciando de esa forma los candidatos del Polo Patriótico. Este objetivo, fue sin lugar a dudas logrado. Los candidatos del Polo no solo fueron fácilmente identificados por Chávez u otros personeros del gobierno, sino que además se ejecutó la 2da fase de la estrategia: la elaboración de una especie de “chuleta” o MEGALLAVES DE CHÁVEZ como se les conoció que identificaba los candidatos por la circunscripción nacional y regional, arrastrando los votos del ciudadano hacia ellos.
El sistema estructurado en torno a las LLAVES DE CHÁVEZ, consistía en un diseño de una simpleza extraordinaria: potenciaba los candidatos más fuertes de la circunscripción nacional con aquellos que en las localidades regionales no contaban con el apoyo requerido. El Objetivo: lograr que los candidatos nacionales – de mayor peso y reconocimiento- ejercieran un “efecto portaviones” sobre los demás candidatos, de forma tal que la mayoría en la ANC quedará asegurada:
“El Polo Patriótico aprobó ayer la composición y distribución geográfica de las dos 'Llaves de Chávez', es decir, las dos 'chuletas' para promover a sus candidatos.
La 'llave 1' está integrada por Luis Miquilena, Marisabel de Chávez, Pablo Medina, Leopoldo Puchi, Luis Vallenilla, Eustoquio Contreras, Angela Zago, Pedro Ortega Díaz, Vinicio Romero y Ricardo Combellas. La promoverán en DF, Miranda, Zulia, Aragua, Carabobo, Falcón, Vargas y Yaracuy.
En la 'llave 2' figuran Alfredo Peña, Aristóbulo Istúriz, Hermann Escarrá, Manuel Quijada, Edmundo Chirinos, Tarek William, Jesús Rafael Sulbarán, Guillermo García Ponce, Reyna Lucero y Earle Herrera. Se promoverá en Amazonas, Anzoátegui, Apure, Barinas, Bolívar, Cojedes, Delta, Guárico, Lara, Mérida, Monagas, Margarita, Portuguesa, Sucre, Táchira y Trujillo”. (El UNIVERSAL, 02-05-1999).
La efectividad del diseño quedo demostrado al observar la proporcionalidad en la elección de la ANC, el Polo Patriótico obtuvo la mayoría de los 24 miembros que fueron elegidos en la circunscripción nacional, con la sola excepción de Alberto Franceschi, Jorge Olavarria, Alan Brewer Carías y Claudio Fermín, quienes sí lograron ser elegidos a pesar de la campaña de desprestigio y el lanzamiento de las Llaves de Chávez (Cuadro II. Fuente: www.eud.com):
Resultados por la circunscripción nacional
POSICIÓN
CANDIDATO
VOTOS
%
01
Alfredo Peñaalpeña@ancvenezuela.ve
2.095.352
5,81
02
Marisabel de Chávezmchavez@ancvenezuela.ve
1.867.457
5,19
03
Hermann Escarráescarra@ancvenezuela.ve
1.621.266
4,49
04
Luis Miquilenamiquilen@ancvenezuela.ve
1.603.312
4,46
05
Aristóbulo Istúrizaisturiz@ancvenezuela.ve
1.507.722
4,18
06
Angela Zagoangezago@ancvenezuela.ve
1.264.968
3,52
07
Tarek William Saabtwsaab@ancvenezuela.ve
1.244.271
3,45
08
Leopoldo Puchilpuchi@ancvenezuela.ve
1.207.039
3,36
09
Claudio Fermíncfermin@ancvenezuela.ve
1.129.974
3,13
10
Ricardo Combellascombella@ancvenezuela.ve
1.118.909
3,11
11
Edmundo Chirinosechirino@ancvenezuela.ve
1.064.412
2,95
12
Pablo Medinapmedina@ancvenezuela.ve
1.054.525
2,94
13
Luis Vallenillavallenil@ancvenezuela.ve
1.003.451
2,79
14
Guillermo García Poncegarciag@ancvenezuela.ve
986.781
2,73
15
Alan Brewer Caríasabrewer@ancvenezuela.ve
962.694
2,66
16
Alberto Franceschifrancesc@ancvenezuela.ve
939.678
2,60
17
Eustoquio Contreras Díazecontrer@ancvenezuela.ve
890.495
2,48
18
Earle Herreraeherrera@ancvenezuela.ve
879.087
2,43
19
Manuel Quijadamquijada@ancvenezuela.ve
878.788
2,43
20
Jesús Rafael Sulbarán jsulbara@ancvenezuela.ve
850.421
2,36
21
Reina Romero Garcíariucero@ancvenezuela.ve
838.043
2,32
22
Pedro Ortega Díazportega@ancvenezuela.ve
834.048
2,32
23
Vinicio Romerovromero@ancvenezuela.ve
806.993
2,25
24
Jorge Olavarría olavarri@ancvenezuela.ve
800.510
2,22

El resultado en la circunscripción nacional no arrojó dudas acerca de lo efectivo de la campaña del Chavismo, en 20 de los 24 cargos a elegir estaban figuras ligadas al presidente. Las circunscripciones regionales repitieron la norma nacional, en ellas se observó que el Polo logró elegir a la mayoría de los candidatos que postuló, con la sola excepción de la elección de Virgilio Avila Vivas en Margarita, la mayoría de quienes fueron a la ANC eran cercanos o miembros del Polo Patriótico. Este triunfo abrió las puertas para la ejecución del proyecto de país, dibujado por Hugo Chávez. Con 126 de los 131 miembros de la ANC cercanos a lo que sería el nuevo diseño constitucional, sólo quedaba por establecer las normas de funcionamiento y la mecánica de la Asamblea y la definición del alcance de la relación Poder Constituyente->Poder Constituido.


4. 4. CONCLUSIONES
Se ha dejado al descubierto el proceso de construcción del Discurso Constituyente, en donde tanto los factores aglomerados en torno a Chávez, cómo quienes se opusieron, elaboraron una matriz de opinión destinada a obtener una “identidad positiva” hacia sus propuestas. Ambos discursos, se manifestaron excluyentes, pero se desenvolvieron dentro de un marco conceptual-histórico que podemos resumir en las siguientes fases:
· · El Planteamiento del tema Constituyente como tema de campaña (Junio- Diciembre 1998).
· · La discusión jurídica a partir del triunfo del 6-12-98 acerca de la constitucionalidad o no de la Convocatoria a la Constituyente.(hasta la decisión de la Corte Suprema de Justicia 19/01/99)
· · El protagonismo del proceso y el alcance de las bases de convocatoria de la constituyente.(Enero- Abril 1999)
· · La Campaña por la aprobación de las bases y del referéndum y de los candidatos a la Asamblea Constituyente. (Abril- Julio 1999).
· · La Discusión sobre los temas, las propuestas y el Contenido del nuevo cuerpo jurídico constitucional (Agosto- Diciembre 1999).
· · Aprobación de la nueva Constitución Nacional (Diciembre 1999).
· · Prolongación de la Supraconstitucionalidad y convocatoria a nuevos proceso comiciales (Enero-Marzo 2000).

Este marco descrito, se extiende hasta los actuales momentos y nutre una matriz discursiva, que esta en constante construcción y renovación. Por esa misma característica, la riqueza de las situaciones y las circunstancias históricas concretas abren múltiples posibilidades para el análisis del Discurso Político[8], que en el caso de Venezuela se encuentra como hemos señalado en un proceso de reconstrucción y definición, tanto de sus áreas temáticas, cómo de los actores que lo emiten.











































[1][2] Los artículos que serán citados están recogidos en la Obra LA CONSTITUYENTE, 90 DÍAS Y CINCO DIARIOS, Editada por La Universidad del Zulia en 1999, bajo la responsabilidad de los Profesores Temístocles Cabezas y Juan Eduardo Romero.
[2][3] COFAVIC. Cómite de Familiares y víctimas de los acontecimientos del 27 de febrero de 1989. En esa fecha se genero una revuelta social, que suscitó la represión de los cuerpos policiales, con un estimado extraoficial de más de 400 víctimas, la mayoría producto de ajusticiamientos.
[3][4] Ricardo Combellas.Abogado, experto en derecho constitucional. Expresidente de la Comisión para la reforma del Estado (COPRE). Profesor Universitario de dilatada trayectoria. Exmiembro de la Comisión Presidencial Constituyente (CPC). Exconstituyente (1999).
[4][5] José Manuel Delgado Ocando. Abogado egresado de La Universidad del Zulia. Ex Rector de esta Universidad. Ex Decano de la facultad de derecho. Doctor especialista reconocido a nível mundial en el área de Filosofía del Derecho y Derecho Constitucional. Magistrado de la Corte Suprema de Justicia en los actuales momentos.
[5][6] Hiram Gaviria. Agrónomo egresado de La Universidad del Zulia. Ex Ministro de Agricultura y Cría. Profesor de LUZ.
[6][7] Jorge Olavarría. Historiador y Político venezolano. Excandidato presidencial (1988).Articulista del Diario El Nacional. Exmiembro de la Comisión Presidencial Constituyente (CPC). Exconstituyente.
[7][8] Javier Elechiguerra. Abogado. Profesor Universitario. Exmiembro de la CPC. Actualmente Fiscal general de la república.
[8][9] Al respecto es importante resaltar los trabajos de Romero, Juan et all (1999). “Relaciones entre el Poder Civil y Militar en el Contexto Político Venezolano” en Revista Historia de América. Universidad de Costa Rica. Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Nº 126 y Romero, Juan (1999). “El Discurso de Chávez” en IV Congreso Nacional de Filosofía. UCV, Caracas, Noviembre de 1999 y finalmente Romero, Juan E (2000). “ Discurso y Poder en Venezuela (1998-1999)” presentado en el Seminario sobre Pensamiento Político en Iberoamérica y España. Universidad Complutense de Madrid, España. Abril 2000.

Consideraciones acerca del discurso de Chávez

ALGUNAS CLAVES PARA COMPRENDER EL DISCURSO POLÍTICO DE HUGO CHAVEZ (1998-2004).
Dr. Juan Eduardo Romero J.


Introducción

La dinámica adquirida por el proceso socio- político venezolano, desde finales de la década de los años 80 del pasado siglo XX, ha desviado la atención de los interesados en las ciencias sociales hacia Venezuela. Historiadores, politólogos, sociólogos, periodistas, economistas, internacionalistas, se han venido ocupando de lo ocurrido en el país. Todos crean descifrar los elementos más resaltantes del proceso histórico, y sin embargo, aun no llegan a responder las principales preguntas surgidas: ¿cómo entender el fenómeno Chávez[1]? ¿Corresponde el chavismo a un tipo de populismo relanzado o neopopulismo? ¿Hay una creciente muestra de autoritarismo en el liderazgo de Chávez?, ¿ es su gobierno verdaderamente una revolución?.
Estas preguntas, no resultan tan simples de responder. Y no lo son por el hecho que sea complicado entretejer una explicación, sino porqué se encuentra entrelazado en ellas un esfuerzo que no puede ser unilateral. La comprensión de una situación como la vivida por Venezuela, exige un trabajo estructurado desde los diversos ámbitos de las ciencias sociales, a través de un aporte proveniente de una variedad de disciplinas. En el caso del estudio de las características del discurso de Hugo Chávez, se hace más evidente este esfuerzo, pues la complejidad de sus emisiones, lo prolífico, la variedad de su discurso así lo exige.
Precisamente, para responder a las interrogantes que rodean el fenómeno Chávez, es que recurrimos a los aportes metodológicos que desde la historia del tiempo presente o historia inmediata[2], se hacen para descifrar las características del proceso venezolano.
Lo primero, que debe explicarse, es que hay una indisoluble relación en la larga duración entre lo que sucede actualmente en Venezuela y su desarrollo histórico como Nación, especialmente a partir del siglo XIX. Este será un elemento base de la explicación que se genera para comprender el proceso venezolano. En segundo lugar, en la estructura discursiva del fenómeno Chávez, se encuentran implícitas complejos procesos socio- antropológicos no resueltos en el devenir histórico del país. Finalmente, la conformación misma de los actos de habla de Chávez, establece un uso y sentido de la historia que guarda enorme relación con los dos primeros elementos señalados. La conexión de estas variables indicadas, son la base sobre las cuales se puede llegar a comprender el impacto y significado del discurso político de quién ha sido llamado “mago de las emociones”.
Se parte de una aproximación al problema de la construcción del discurso del poder en la historia de Venezuela, y las características que lo identifican durante el siglo XX, así como las transmutaciones sufridas a partir de la crisis de las identidades políticas experimentada en el país desde mediados de la década de los años 80. De esta caracterización, abordamos desde la teoría del discurso político las matrices que permiten comprender – en el contexto histórico- la naturaleza de los actos del habla generados por Hugo Chávez, como actor hegemónico en la dinámica política reciente, y se desentrañan las tramas discursivas que adquiere en lo relativo a temas tan contrastantes como: la globalización, el orden mundial, la integración, el proceso histórico latinoamericano, la realidad histórica y política venezolana, entre otros.

1. El Discurso del Poder en la Historia de Venezuela. Caracterización General.

El hecho que todos lo seres humanos tengamos la capacidad del habla, genera que la comunicación sea un acto vital para el desarrollo de la sociabilidad, haciendo posible la coexistencia y el entendimiento recíproco. En este marco, la comunicación oral, el discurso[3] evoca ciertas consideraciones resaltantes. En primer lugar, el discurso es diálogo, porque el habla y la escritura son actos sociales, ya que las personas cuando hablan o escriben lo hacen para alguien. En segundo lugar, es un acto social :las palabras, las afirmaciones y los enunciados dependen de los grupos sociales que los pronuncian, diferenciándose de acuerdo a las identidades culturales y antropológicas de cada grupo social. En tercer termino, el discurso es conocimiento, pues se encuentra relacionado con las maneras como las personas perciben el mundo y lo interpretan, es decir, constituye también un proceso cognitivo en esencia [4]
Estas características evocadas por el discurso, es lo que ha llevado a autores como Foucault[5] (1980) definirlo como un elemento de dominación y control sobre la hegemonía, al constituirse en un instrumento del ejercicio del poder[6] , que permite construir o afianzar unas relaciones de legitimidad[7] y legalidad, básicas para abordar los problemas de gobernabilidad. Para Foucault, los hombres construimos lo que denomina “elementos prohibitivos”, pensados para inhibir en los “otros” seres humanos, la capacidad de convencimiento y por lo tanto la posibilidad de construir una relación hegemónica y/o dominante. Estos elementos prohibitivos (la razón y la locura, lo verdadero y lo falso), se conjugan para permitir que un discurso sea o no percibido y reproducido socialmente, por parte de los demás seres sociales, otorgándole un papel resaltante en la consecución de unas relaciones de dominación y poder.
La relación entre discurso y poder, esbozada acá, nos permite hablar conceptualmente del discurso del poder, entendido como la emisión de actos del habla, que expresan un conjunto de significados y enunciados que permiten la construcción, desarrollo, mantenimiento o ampliación de lazos sociales y culturales, vitales para lograr el convencimiento y la obediencia de otros seres humanos. El discurso del poder, resulta significativo para la construcción de una relación de poder no coercitiva o coactiva, que ejerza la autoridad no sobre la amenaza de la violencia sino a través de la persuasión o el convencimiento, es lo que Kenneth Galbraith[8] ha definido como un poder condicionado.
Lograr ejercer el poder, a través de la persuasión surgida paralelamente al discurso del poder, constituye un valor en las sociedades capitalistas, en donde existe una lucha constante por la apropiación de los excedentes económicos generados a través del trabajo productivo, que deriva necesariamente en enfrentamientos violentos entre quienes se apropian de los excedentes y quienes los generan, pero no los disfrutan.
Para quienes ejercen el poder, esté conlleva el disfrute de dos condiciones que lo acompañan: la posesión y el privilegio. El primero, se encuentra ligado al control sobre los medios de producción. El segundo, es una consecuencia lógica derivada de la posesión: se obtienen una serie de prerrogativas o beneficios propios de un grupo de individuos, empleados como un factor de diferenciación social y cultural. El poder, establece una relación de reciprocidad con el privilegio y la posesión, mediante el cual se incrementan mutuamente, es decir, mayor privilegio es una consecuencia de un mayor poder, que permite acceder a un incremento de la propiedad, a la vez nutre al privilegio, comenzando el ciclo en cada nueva vuelta.
Por lo tanto, para el ejercicio del poder, resulta clave construir un discurso que propicie el convencimiento y la aceptación de las relaciones de subordinación y obediencia a través de acciones no coercitivas. Es este la esencia significativa del discurso del poder, sobre todo en su acepción de discurso político, entendido como un acto de habla emitido en un espacio público por hombres y mujeres ligados a movimientos políticos, esencialmente argumentativo, que busca convencer, persuadir mostrando las virtudes que adornan las razones presentadas y los aspectos negativos que plagan las razones contrarias [9].
El discurso del poder, en la historia de Venezuela, ha estado ligado al mantenimiento de la hegemonía en el sistema político. Los actores políticos dominantes, ya sea los caudillos decimonónicos[10], o los líderes de gran carisma, como Rómulo Betancourt, Rafael Caldera o Carlos Andrés Pérez[11], han basado buena parte de su dominación sobre un discurso tentador y con gran capacidad de convocatoria.
Sí se intentará establecer una caracterización del discurso político del poder en la historia de Venezuela[12], se tienen que exaltar tres elementos sustanciales: 1) el líder se asume como predestinado y omnipresente, 2) el pueblo es representado como un “menor de edad”, que es necesario direccionar y 3) se establece una relación mítica religiosa que se traslada al campo de la política.
El discurso del poder en la historia de Venezuela, ha estado signado por estas variables. Desde los años finales del siglo XIX, hasta estos momentos iniciales del siglo XXI, el liderazgo político en el país, ha recurrido a los mismos elementos temáticos: a) una subvaloración de la capacidad de acción ciudadana, b) el excesivo culto a Bolívar, constituyendo en sí misma casi una religión oficial , c) la apropiación de símbolos asociados a la representación de la venezolanidad -comenzada a construir a la luz del proceso de independencia en el siglo XIX- por parte de las elites políticas dominantes.
La compresión de la dinámica que adquiere el discurso del poder, para construir un imaginario político[13] hegemónico es determinante para hacer inteligible el acelerado ritmo que ha adquirido el proceso histórico venezolano desde finales del siglo XX. Y esa construcción se ha concretado gracias al manejo simbólico y estructural provisto por un imaginario político, que ha formado parte de la propia representación social e histórica que edifica el venezolano de sí mismo, plagada de apreciaciones sobre su carácter tanto positivos (alegre, trabajador, inteligente) como negativos (machista, derrochador, conformista).
Esa representación social de la identidad del venezolano, y la asociación que establece con el liderazgo político es un elemento esencial en el proceso de construcción de la hegemonía social y política de una elite. Ello es así, porque el discurso político elaborado en el transcurso de la historia de Venezuela, ha manejado la imagen que tienen los venezolanos de sí mismos. Así los aspectos positivos, acerca de la capacidad de trabajo, la solidaridad, el esfuerzo, son empleados cuando el discurso del líder político intenta llevar adelante reformas que impliquen un gran impacto social o los llamados de convocatoria de los partidos políticos[14], asimismo los aspectos negativos, acerca de la desorganización social, la impuntualidad, lo corrupto, son manejados como justificativo de los mismos procesos de ajuste, cuyo costo social son muy altos.
Esta construcción discursiva, fue clave en el transcurso del siglo XIX, cuando el impacto de la consolidación de un proyecto nacional, en una sociedad desmembrada socialmente por el proceso independentista, fue vital para asegurar el control de los grupos dominantes surgidos al fragor de la guerra, y que repitieron durante todo ese siglo una idea de la política como confrontación[15]. En el siglo XX, cuando se produce la ampliación del espacio público, producto de la movilización social generada por el ajuste estructural de la economía y la sociedad a la luz del desarrollo de la actividad petrolera, el manejo de un colectivo movilizado, expectante y con enormes necesidades sociales a través de un discurso evocador, lleno de promesas[16], también ha tenido una especial importancia, como elemento convocante para la movilización, tanto a favor o en contra de las acciones emprendidas por los grupos de poder.
Lo que se intenta señalar, es que el discurso del poder en Venezuela, ha estado vinculado con la construcción de un imaginario político, muy eficaz como elemento justificador de la dominación ejercida por los diversos actores políticos en nuestra historia. Y cuando nos aproximamos al desarrollo histórico, en una relación de continuidad entre los inicios de la república, en el siglo XIX, pasando por el convulsionado siglo XX, hasta el comienzo del siglo XXI, nos encontramos con una constante reelaboración del discurso del poder, siempre con la intención de generar una estrategia de legitimación por parte de los grupos políticos que pasan a constituirse en dominantes, tomando como base un imaginario con una gran utilidad para elaborar una cultura política[17] que se impone.
Entender el discurso político chavista, significa desentrañar las claves que han sido reestructuradas, en el discurso del poder, a través de la irrupción de actores políticos no tradicionales, surgidos en un proceso de cambio de las sociabilidades políticas e históricas, que habían identificado al venezolano durante el siglo XX, y que han recurrido a nuevas construcciones simbólicas, asignándoles representaciones sociales que han renovado – contradictoria y conflictivamente- el espacio público.



VINCULACIÓN DE LA CRISIS DEL SISTEMA POLÍTICO VENEZOLANO Y LOS CAMBIOS EN LA OPINIÓN PÚBLICA (1989-1998).

Cuando en la 2da mitad del siglo XX, específicamente a partir de 1958, con el derrocamiento del gobierno militarista de Marcos Pérez Jiménez, se instaura la democracia populista, se hace sobre tres bases de comportamiento social y político muy específicos: a) evitar el conflicto social entre los diversos actores – sociales y políticos- en el espacio público, b) insistir en el establecimiento de relaciones pura coincidencia, que hagan posible la construcción de consensos entre las diversa fuerzas y c) desarrollo de un conjunto de acciones institucionales que propendieron al mejoramiento de las condiciones de vida del ciudadano, mediante el llamado Programa Democrático Mínimo (PDM), que reunió una serie de políticas públicas destinadas a aumentar la inversión en gasto social.
Esas bases, constituyeron la esencia de los valores y representaciones sociales sobre las cuales desarrollaron sus relaciones los venezolanos, durante el período comprendido entre la instauración de la democracia populista en 1958 y las expresiones de crisis que la embargaron a partir de 1983 y culminaron con la eclosión del modelo populista de conciliación a finales del siglo XX . La forma cómo se entendieron en la práctica estas bases, implicaba una serie de comportamientos que privilegiaron el accionar de los partidos políticos como agentes principales del la sociedad política, proceso mediante el cual los partidos políticos cumplieron tres funciones: 1) servir de interlocutores válidos entre las instancias administrativas del sistema político y los ciudadanos, 2) generar las respuestas sociales a los requerimientos y necesidades expresadas en el espacio público y 3) servir como factor de congregación de las voluntades y anhelos de organización de los ciudadanos. Es lo que se denomina una democracia de partidos, donde la organización del aparato institucional de los partidos hace que los ciudadanos se identifiquen con los colores políticos que los representan, pasando la acción de los gobernantes por la mediación e intervención del partido, como principal agente histórico.
La cultura política generada en el contexto de la democracia de partidos, establecida en 1958, privilegiaba la conciliación de los grupos, actores y sectores políticamente movilizados, a la par que se producían unas respuestas a los requerimientos sociales de la población. Se concreto un tipo de imaginario, que le asignaba a los líderes de los partidos políticos un poder de convocatoria y decisión notable, a través del cual se mantenían altos niveles de aceptación con el sistema político, reflejado en una muy baja abstención en los procesos comiciales generados entre 1958-1983.
La opinión pública, a favor o en contra de una acción pública, está ligada a lo que Easton[18] (1965) denominó apoyo difuso y apoyo específico. El apoyo difuso, es aquel que produce una vinculación o interrelación con el sistema establecido sobre un sentimiento de legitimidad, el reconocimiento del bienestar general y un sentido de pertenencia a una comunidad política. El apoyo específico, es producido por un intercambio en el otorgamiento al ciudadano de ventajas y beneficios, derivados de la gestión de políticas públicas, de gran impacto sobre la población. En el caso de Venezuela, los apoyos difusos y específicos derivados del impacto de la democracia de partidos, la cultura política integradora y el imaginario político democrático, se tradujo en una opinión pública acerca de la legitimidad del sistema, que explica la estabilidad experimentada hasta finales de la década de los 80 del siglo XX.
A partir del ajuste estructural, impulsado por el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez (1989-1993), que derivo en el desmontaje del imaginario político democrático, mediante el cual los partidos políticos producían una respuesta social a los requerimientos del ciudadano, se fue impulsando una opinión pública, caracterizada por lo que se ha dada en llamar la antipolítica, y que debe entenderse como toda movilización social, que en acciones o contenidos manifiesta una intención de actuar fuera de los canales y prácticas establecidas institucionalmente.
La antipolítica, abrió el camino para una ola de protestas populares , que cubrió todo el transito temporal entre 1989-1992, caracterizado por el descrédito de las instituciones y organizaciones políticas y el anhelo de renovación de la cultura política construida desde los inicios de la democracia de partidos. La enorme crisis institucional, auspiciada por una drástica reducción de los principales indicadores económicos - tal como se desprende del cuadro presentado a continuación – coadyuvó a acrecentar el descontento popular hacia los partidos históricos (Acción Democrática y COPEI), creando una matriz caracterizada por el pesimismo y una creciente ingobernabilidad.

Cuadro I: Principales Indicadores Macroeconómicos (1988-1992). Fuente: Lander Edgardo, Neoliberalismo, sociedad y democracia, Ediciones de la Universidad Central de Venezuela, Caracas,2000, pág. 93.

Resulta innegable, que la cultura política dominante, impuesta sobre la necesidad de generar una sociabilidad democrática consensuada, estructurada sobre el accionar de la democracia de partidos, sufrió un colapso en los supuestos que le permitieron funcionar.
Venezuela, comenzó una transición política[19], que se extendería hasta finales del siglo XX y que conllevo la reestructuración de la cultura política que había imperado, incorporándose nuevos referentes simbólicos, que se manifiestan en tres componentes concretos: 1) afectivo[20], que se encuentra conformado por las reacciones emocionales que produce la interrelación entre los individuos con el sistema político, el Estado y los actores políticos, 2) cognitivo[21], que se traduce en procesos perceptivos de elaboración de creencias y valores fuertemente arraigados que establecen un flujo de comunicación entre los individuos y las estructuras institucionales de la sociedad y 3) comportamental, relacionado con el desarrollo de los comportamientos políticos que genera el desenvolvimiento de los individuos como ciudadanos en el espacio público[22].
Esos referentes, constituyen parte constitutiva del discurso político chavista, otorgándole una capacidad de convencimiento, que caracteriza sus actos de habla y lo proveen de una herramienta cultural y antropológica que le permite mantener una relación de cercanía con amplios sectores de la sociedad venezolana, dada la cercanía temática establecida con ellos, y explican en parte como un gobierno, con seis (6) años de ejercicio del poder se ha enfrentado a una cruda resistencia manteniendo unos niveles de popularidad muy altos.

3. LAS TRAMAS DISCURSIVAS EN LOS ACTOS DEL HABLA DE HUGO CHÁVEZ. (1998-2004)

La construcción de una cultura política renovada, caracterizada por un replanteamiento de la idea de democracia, en donde se produce un desplazamiento de la imagen preponderante y hegemónica de los partidos políticos y los líderes aglutinados en torno a él, al mismo tiempo que el concepto de ciudadanía adquiere especial trascendencia en el espacio público, manifestada en la concreción de derechos sociales en el cuerpo constitucional aprobado en diciembre de 1999, es un proceso que se desarrollo paralelamente a la redefinición del discurso del poder con Hugo Chávez.
El discurso, existe en un contexto determinado, que lo explica y lo nutre. En el caso venezolano, desde la eclosión del sistema bipartidista de conciliación, en 1993, las emisiones discursivas de los actores sociales y políticos estuvieron marcadas por el escepticismo, la desilusión con la democracia como generador de mejores condiciones para el ciudadano. Ese escepticismo se concreto durante los últimos años de la década de los 90, en una matriz de opinión contraria a canalizar por las vías institucionales las diferencias y el disenso.
Lo que ocurrió, fue que el discurso político perdió su capacidad de ser “dicho”, eso es reproducirse a si mismo por aceptación o negación. Al ocurrir este proceso, se genero hacia lo interno de la sociedad venezolana un fenómeno que es característico de toda América Latina, asociado a una ampliación del espacio público, mediante formas de protestas no contextualizadas, en acciones colectivas no surgidas de los núcleos de sociabilidad implementados desde los canales formales de la sociedad (sindicatos, partidos, poder legislativo, entre otros).
Este escenario, es el adecuado para que surjan no sólo nuevos actores sociales y políticos, capaces de articularse en los espacios ganados ante el retroceso de los actores tradicionales, sino que se asiste a una reconfiguración simbólica concreta, marcada por expresiones, valores y prácticas no tradicionales, que adquieren especial significado en el campo de lo social.
Cuando Venezuela, asume la elección de diciembre de 1998, lo hace en un marco de acción colectiva identificado en una doble vertiente: a) la movilidad no estructurada en los canales formales de la política, tal como se había realizado entre 1958-1997 y b) un desencanto con la idea de democracia que propicia formas de respuesta social que escapan al control de los mecanismos de regulación, no sólo del estado, sino de las estructuras de clase, cultura y sociedad[23].
Este contexto permite la generación de un debate, esencialmente discursivo, en torno al modelo de democracia que había que estructurar a partir del resultado del proceso electoral. Para ser precisos, el debate giró alrededor de dos representaciones excluyentes de la democracia, tanto en su formalización como práctica política, cómo en la concreción de estructuras simbólicas. Esos modelos de democracia los hemos denominado: formal y radical[24]
El formal, corresponde con una conceptualización que entiende la democracia esencialmente desarrollada sobre prácticas institucionales y electorales concretas, privilegiando al partido, las corporaciones políticas, económicas y sociales, cómo agentes en los cuales se concentra la actividad de sociabilidad política.
La radical, insiste en una definición heterodoxa de la participación, como principio articulador del ejercicio democrático. No insiste en los procedimientos formales de adscripción a través de instituciones, organizaciones y/o partidos, para adentrarse en la vida democrática. Por el contrario, desplaza el centro de atención de estas instituciones a los espacios públicos, a otros ámbitos de acción[25].
El discurso de Chávez, se enmarca dentro de estos principios de la democracia radical. Eso implica la construcción discursiva de una sociabilidad política absolutamente movilizada, donde las estructuras partidistas – tal cómo habían funcionado en Venezuela entre 1958-1996- pierden todo su significado, al ser desplazadas, minimizadas y sobre todo superadas por la personalización de la política como elemento convocante, por encima de otras formas institucionales.
Por otra parte, el discurso de Chávez – y sus seguidores- se construye sobre matrices lingüísticas marcadas por la idea de podredumbre, renovación, agotamiento, crisis permanente, y visto desde el punto de vista antropológico, sobre la base de definición de un “nosotros” caracterizado en la idea de pueblo –popular – pues reconoce otros tipos de pueblo, ajustado ese reconocimiento a la existencia de diversidad de subcultura sociales que permanecen dentro de la venezolanidad - que se contrapone al “otro” oligárquico, excluyente, segregacionista.
Esa representación discursiva, es complementada – y así se puede entender la complejidad de la realidad venezolana – por una contra visión proveniente de los sectores desplazados en el ejercicio del poder, desde la llegada de Chávez al poder en 1998 (corporaciones económicas, grupos de poder ligado a los partidos históricos, los propios partidos históricos). Esa construcción, también se maneja en una polaridad inversa, en está los “otros” son asumidos como bárbaros, hordas brutas, con resentimiento social, tal como se desprende del siguiente cuadro:

Tabla N° 1. Construcciones verbales de sí mismos y de los otros por parte de los sectores chavistas y antichavistas. Fuente: Elaboración propia.

CONSTRUCCIONES VERBALES DE ACTORES LIGADOS AL CHAVISMO
CONSTRUCCIONES DE SECTORES ANTICHAVISTAS

Visión del “otro”:
· “Los golpistas de Fedecámaras”. Hugo Chávez. El Nacional 21/02/2003. A/3
· “… lamento la actitud intolerante, el odio que emanan (la oposición)”. Cilia Flores. Diputada MVR. El Nacional 26/12/2002. A/4
· “La gente del petróleo han apostado a la ruina y a la quiebra del país, para así de manera sediciosa… alcanzar el poder”. Ismael García. Diputado El Nacional 26/12/2002. A/4
· “Esas personas (la oposición) conspiraron contra el Estado venezolano”. José Vicente Rancel. Vicepresidente de la República. El Nacional 29/01/2003 B/2.






Visión del “otro”:

· “…Gobierno fascista de Hugo Chávez…” Carlos Ortega. El Nacional 14/12/2002. Cuerpo A/2.
· “Se debe actuar con mucha prudencia para no caer en el terreno violento planteado por el régimen de Hugo Chávez”. Carlos Ortega. El Nacional 06/11/2002.
· “La institucionalidad democrática está amenazada por el régimen chavista”. Carlos Fernández. Fedecámaras. El Nacional 14/12/2002. B/3
· “El oficialismo depende de la fuerza, de la violencia para doblegar a la población que se manifiesta pacíficamente”. Julio Borges. Dirigente y Diputado del Partido Primero Justicia. El Nacional 05/01/2002. A/3
Visión del “nosotros”
· “Los trabajadores, están con la democracia y con el gobierno”. Hugo Chávez. EL Nacional. 16/01/2003 B/8
Visión del “nosotros”
· “Somos un pueblo cívico, unido y disciplinado” Carlos Ortega. Presidente de la CTV. El Nacional 21/12/2001. Cuerpo A/3.





La construcción discursiva, tanto de chavismo, como de la oposición, se hace sobre lo que Foucault [26]denomino procedimientos de exclusión, especialmente referido al manejo de la locura como estrategia de deslegitimación del “otro”. En el caso venezolano, el tema de la locura tiene un significado trascendente en los códigos de comunicación empleados para expresarse en torno al adversario. La oposición, ha insistido en su estrategia deslegitimadora en la interpretación de un comportamiento anormal por parte de Chávez, manifestado sustancialmente en cárteles que encabezaban la movilización en contra del gobierno durante el proceso del 10,11 y 12 de abril de 2002[27], que indicaban “Fuera el loco y su atajo de incapaces”. Con ello, se quería significar la incapacidad no sólo del presidente, sino de todos los que alrededor de su gobierno se agrupan, en contraposición de un “nosotros” identificado con la racionalidad y el civismo.
En respuesta a esta estrategia articulada alrededor de la idea de locura, el chavismo popular produjo una en la misma tónica. Surgió la expresión “Chávez los tiene locos”, para rearticular, redefinir la estrategia de la insana mentalidad de la oposición, pero con un agregado social y cultural interesante: la locura viene de la no comprensión del cambio experimentado por la sociedad venezolana.
Subyace en este planteamiento una idea de la historia de Venezuela y los procesos políticos que resalta el agotamiento de una representación de la democracia estructurada alrededor de la gravitación de los partidos políticos, así como otros ejes de articulación tales como los grupos corporativos, los sectores económicos. Pero esta presente, por otra parte, una construcción estereotipada de grupos que se oponen, y que bajo esa oposición se resguardan para ser incapaces de llegar a acuerdos sobre la base del debate de ideas y proposiciones. Las personas, los hechos, las acciones ya no se miden y perciben por lo que son en si, sino por una relación de confrontación expresada en la formula: nosotros-ellos.
El discurso de Chávez, se estructura sobre una base cultural, que exalta su identificación con los sectores sociales excluidos, sobre la base de la enorme crisis institucional que produjo un progresivo “abandono” por parte del Estado de la atención del ciudadano, es lo que algunos autores han denominado la desciudadanizacion de la democracia[28] , expresada en la reducción del papel social del Estado, en una creciente política de privatización en los servicios, en la exclusión social. Es ese contexto, el que sirve de base a Chávez para construir una mirada antropológica de cercanía con ese ciudadano que ha sido excluido, despojado de su ciudadanía social.
Esta construcción social del discurso chavista, marcha paralelo con la definición de políticas asistencialistas[29] con gran impacto, tanto desde el punto de vista de la atención social que alcanzan, como desde la estructura simbólica que encarna. Desde el punto de vista social, se llega con misiones como Barrio Adentro, que tiene como centro u objetivo de acción la aproximación a una medicina familiar preventiva en las zonas mas pobres del país, pero al mismo tiempo tiene una carga de representación, de significados sociales y antropológicos, que colocan al excluido en el epicentro de la acción estatal, ya no solo discursivamente sino en la practica institucional del proyecto bolivariano, esbozado desde 1999. Las cifras de atención de esta misión son significativas en la idea que se presenta acá:
Tabla No.2. Total atenciones Misión Barrio Adentro. Fuente: http://barrioadentro.gov.ve . Consultado Enero 2005.
Estadística General



INDICADORES
SEMANA 4
AcumuladoSemana
AcumuladoAño

Casos Vistos
1819272
6218305

De ellos en Terreno
531519
1933049
6453702
Nº de Familias Visitadas
200993
735347
2189194
Acciones de Enfermería Realizadas
205120
671158
1586750
MNT Aplicada.
363978
1264618
2981361
Vidas Salvadas
372
1326
6447
Partos Realizados
45
77
275
Vacunas Aplicadas
2079
6369
27913
Actividades Educativas
592142
2013435
6074401
Actividades Docentes
6451
18140
53104


Cierre al 31 enero de 2004




Lo que expresa, tanto el discurso de Chávez, como de quienes se le oponen, es la subsistencia del afloramiento de las diversas subculturas que constituyen la venezolanidad, y que se suponía habían quedado homogeneizadas con la consolidación del proyecto nacional democrático a partir de 1958. Expresiones de esas subculturas, se ponen de manifiesto cuando se insiste en el carácter popular de la revolución bolivariana, o cuando la oposición manifiesta que los “chavistas son hordas carentes de civilidad”.
Hay sin lugar a dudas en Venezuela, una profunda polarización, contextualizada mas allá de una disputa por la supremacía o hegemonía política. Se debe ubicar esa polarización, alrededor del fenómeno impactante de la inequidad, la pobreza y la desatención al ciudadano. Cuando así se hace, encontramos la coherencia de los planteamientos verbales expresados por Chávez, en relación al papel de los militares en la sociedad, como algo mas que simples custodios del orden, e insiste en su incorporación social al desarrollo productivo, dentro del marco del Plan de Desarrollo Económico Social de la Nación (2001-2007).
Se puede entender también, la expresión de sus actos del habla, al referirse al contexto venezolano, con el establecimiento de una conexión con la presencia de los mismos problemas en otras realidades, geográficamente distantes a Venezuela. Acciones como la realización de la Cumbre OPEP en Caracas, en el 2000, la Firma de los Acuerdos de Caracas, que relanzan el papel estratégico de Venezuela, en el mundo del siglo XXI, o el reciente Encuentro de Intelectuales por la Paz, efectuado también en Caracas, a finales de diciembre de 2005, tienen el objetivo de constituirse en un referente simbólico ya no solo nacional, sino internacional.
Hay una pretendida intención, de responder a los problemas de la mundializacion, la transnacionalizacion, en sus mismos términos pero en un sentido inverso. Es decir, se emplea la propaganda y el impacto de los mass-medias, no para imponer un modelo de democracia, sino para exaltar el hecho que hay otra opción que parte de una búsqueda en las raíces – o pretende hacerlo- de la latinoamericanidad. Asimismo, se replantea no solo la historia de Venezuela, y los constructos simbólicos de heroicidad, solidaridad y libertad, tomados del pensamiento político de la emancipación, sino la historia latinoamericana misma, vista desde la perspectiva del impacto de las relaciones de subordinación sobre el desarrollo social y productivo de los países que componen esa latinoamericanidad y las amenazas que se desprende de las condiciones del sistema-mundo[30].
Hay una necesaria conexión, entre lo que sucede en Venezuela – desde la lógica discursiva chavista- como un proceso de renovación de las ideas acerca de la democracia, la articulación de los actores sociales y políticos. Las reivindicaciones sostenidas por Chávez, se centran en cuestiones de carácter cultural y simbólico, relacionadas con problemas de identidad colectiva. Este aspecto se comprueba cuando se analizan sus discursos y la insistencia en el rescate, la rearticulación del ciudadano común en el espacio de acción colectiva, mas allá de estructuras político-partidistas, y que se extienden por campos diferentes a la reivindicación económica.
No hay duda, los actos del habla emitidos por Chávez, tienen una resonancia cultural, entendido como un acto de apropiación cultural, en los cuales el líder asocia las reivindicaciones a controversias publicas de gran resonancia en la sociedad en general. El uso que hace el chavismo, del tema de la exclusión social de los beneficios de la renta petrolera, si bien no es nuevo en la historia de Venezuela, adquirió una significación distinta desde 1999, generando por un lado adhesiones múltiples, pero al mismo tiempo una movilización general, de sectores muy diversos, que ven con simpatía – y se identifican- con las estrategias de incorporación implementadas.
Chávez, y la construcción discursiva implementada por él, desde el intento de golpe de estado de 1992, es una evidencia de “reivindicaciones de rápido desarrollo”, entendido como una serie de acontecimientos dramáticos, extensamente divulgados y no esperados –violencia oficial, represión- que sirven para dramatizar, y en consecuencia aumentar, la conciencia y oposición publicas respecto a condiciones sociales que hasta entonces eran aceptadas, propiciando marcos dominantes de protestas[31], que tuvieron como epicentro el fracaso de la democracia partidista, la carencia de respuestas sociales a las necesidades del ciudadano y la falta de representación y vinculación de los liderazgos partidistas.
Esos marcos dominantes de protestas, se han visto reforzados por las acciones de movilización implementadas por la oposición a su gobierno, que recurriendo a paralizaciones económicas e intentos de golpe de estado, como los desarrollados durante los años 2002-2003, han generado un efecto contrario al anhelado por ellos: la creación de una identidad social colectiva solidaria con el chavismo, y que debe ser entendida como una definición de situaciones compartidas por un grupo cultural, como resultado de un proceso de negociación y laboriosos ajustes entre distintos elementos relacionados con los fines y medios de acción colectiva y su relación con el entorno social, mediante el cual los miembros del grupo construyen un sentido del “nosotros” que impulsa al movimiento en la búsqueda de ampliación de sus objetivos.
El chavismo, ha reforzado una representación social y antropológica con los excluidos, con aquellos que durante años de acción estatal, vieron con expectación la posibilidad de alcanzar una mejora de su calidad de vida, basada en la promesa de movilización y satisfacción esgrimida por los partidos políticos históricos, y que sin embargo, nunca llegaron a sentirse parte de ese Estado omnipresente. Podemos hablar, en este sentido, de un movimiento social chavista, que ha introducido cambios en aspectos políticos e institucionales de la sociedad venezolana, al producirse una ampliación de los marcos colectivos de derechos sociales, pero al mismo tiempo, cuestionan los signos y significados de la vida social construida por la democracia hasta 1998.
Es este el epicentro de la conflictividad social, en Venezuela. Los movimientos articulados en torno a Chávez, y sus marcos colectivos formales e informales de acción, así como los surgidos de la propia dinámica de organización social-popular, chocan con las representaciones y significados esgrimidos por aquellos actores – sociales y políticos- que tenían una presencia privilegiada en la estructura societal (partidos, sindicatos, grupos económicos, iglesia), y se resisten a perder esos privilegios adquiridos a lo largo de años de practicas institucionales.
En nuestro criterio, el chavismo, recurriendo a un manejo no tradicional de los contenidos históricos constitutivos de la venezolanidad (el culto a la heroicidad, la importancia del héroe en el proceso latinoamericano) genera una negociación alrededor de los elementos simbólicos que conforman esa construcción cultural. En la representación que se le asigna, se plantean una negociación sobre los mecanismos de articulación de los ciudadanos en el espacio publico, a través de la popularización o mas bien la extensión, de formas organizativas no dominadas exclusivamente por las estructuras formales e institucionales de los partidos o los sindicatos, abriendo paso a la conformación de redes sociales no asociadas a estos elementos formales.
Se construye, sobre esa base de redes sociales, impulsadas por el discurso evocador del chavismo, una red de pequeños grupos sumergidos en la resolución articulada de los problemas que afectan su vida cotidiana, incorporados mediante su participación en las distintas misiones (Robinsón, Ribas, barrio adentro, vuelvan caras, Sucre), y que estimula impulsos de innovación cultural, que chocan con las practicas institucionalizadas de la vieja cultura política corporativista, propiciando el conflicto, que es a la vez cultural y político.
Lo que se intenta expresar, es como el chavismo ha modificado significativamente, las practicas culturales de ejercicio de la ciudadanía, mediante el impulso a la conformación de redes sociales, surgidas paralelamente a la acción estatal ejecutada, y que establecen sus propios marcos de acción colectiva. En este proceso, se tejen unas representaciones simbólicas, que marcan eficientemente su distancia, con los referentes culturales que permitieron identificar la vida social, alrededor de un modelo de democracia, conformado en torno al privilegio a un grupo de actores corporativos.
De lo que se trata, es comprender como en Venezuela han surgido unos actores políticos y sociales con un discurso movilizante, que le ha permitido dominar y hegemonizar el espacio de representación política, en una seguidilla de elecciones populares, sino que además han estructurado un cúmulo de símbolos que le otorgan una base social de apoyo de muy diversa composición, enormemente descentralizados y en algunos casos anarquizados en su acción colectiva.
El chavismo, no es simplemente, la irrupción de formas postmodernas o premodernas de expresión política, es un complejo proceso arraigado en los enormes cambios culturales y sociales experimentados en Venezuela y América Latina, en las últimas décadas del siglo XX, y esta asociado a la ampliación de las esferas de participación y la modificación de los patrones culturales en torno a la política, la democracia y las instituciones, y la representación misma de la ciudadanía. Venezuela, es sin lugar a dudas, un laboratorio viviente para estudiar una complejidad de fenómenos sociales, políticos y culturales, que deben ser asumidos mediante una interpretación no restrictiva y simplista.




[1] La expresión es tomada de un texto del politólogo venezolano Ramos Jiménez; Alfredo, La transición venezolana. Aproximación al fenómeno Chávez, Ediciones del Centro de Políticas Comparadas de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, 2003, p. 245.
[2] Al respecto de la historia inmediata, puede consultarse la obra de Carlos Barros, a través de la web Historia a Debate (www.h-debate.com ). Por otra parte, la definición de historia del tiempo presente y sus implicaciones teóricas y metodológicas es abordado desde una perspectiva muy actual y completa por Langué Fréderique, Cuando la Calle Arde y el Aula reflexiona. La historia inmediata de Venezuela, métodos y cuestionamientos, En: Domingo Irwin y Langué, F. (Coord.), Militares y Sociedad en Venezuela, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, Venezuela.(2003).
[3] Van Dijk T, El discurso como estructura y proceso, Editorial Gedisa, Barcelona- España., 2000, p. 22-23, señala que el discurso es una forma de utilización del lenguaje, que está referido también a las ideas y filosofías que sustentan y divulgan los seres humanos. Lo entiende como un suceso de comunicación que implica tres procesos: a) uso del lenguaje, b) comunicación de creencias y c) interacción en situaciones de índole social.
[4]Bolívar Adríana, El análisis crítico del discurso: teoría y conocimientos, Revista Epísteme NS, N° 1-3, Enero-diciembre, Universidad Central de Venezuela. Instituto de Filosofía. Caracas, Venezuela, pag 23-29.
[5]Foucault Michel, El orden del discurso, el discurso del orden,Ediciones de la escuela de Filosofía, Universidad Central de Venezuela, Caracas, Venezuela, 1980, pág. 12-33.
[6] En el presente trabajo entendemos el poder en un sentido Weberiano, eso es como la capacidad de una persona o grupo de personas de modificar o imponer comportamiento a otros.
[7] Tiene que ver con la aceptación de las facultades de disponer y lograr la ejecución de la disposición, y por ello se refiere a la estructuración de las potestades de comandar y de los ámbitos de la obediencia. La legitimidad, al menos dentro de la modernidad, se trabaja a través de una discursividad que tematiza explícitamente los supuestos de la conformidad con determinado orden y argumenta para lograr convencimiento. Gabaldón Luis et al, Legitimidad y Sociedad, Alfadil Ediciones, Mérida, Venezuela. 1989, pág. 12-14
[8] Kenneth John, La Anatomía del Poder, Plaza & James Editores, Barcelona- España, 1985, pág. 23-33.
[9] Montero Maritza, Los sonidos del silencio: construcción y destrucción del otro en el discurso político,en Bolívar Adriana y Carlos Kohn (Comp.) El discurso político venezolano. Fondo Editorial Tropykos, Caracas- Venezuela, 1999, pág. 17.
[10] Es emblemático al respecto, el trabajo de Polanco Alcántara Tomás, Antonio Guzmán Blanco, Ediciones Monte Ávila, Caracas, 1992, págs.336, que reseña el liderazgo personal del caudillo venezolano de la 2da mitad del siglo XIX.
[11] Méndez Ana y Morales Elda, Democracia, comunicación y ciudadanía ( un estudio de opinión pública), Revista Cuestiones Políticas, N° 27, julio- diciembre, Universidad del Zulia, Venezuela,2001, pág. 23-36, reseñan las características discursivas de estos líderes de la democracia venezolana en la 2da mitad del siglo XX.
[12] El tema del discurso del poder ha sido abordado anteriormente en otros trabajos. Consúltese Romero Juan, Actores políticos y construcción del discurso del poder en Venezuela (1996-1999), En: Martínez Ruiz, Enrique (Coord.), Poder y mentalidades en España e Iberoamérica. Madrid- España, Universidad Complutense de Madrid, 2000, pág. 234-265. Además de Romero Juan, El discurso del poder en Hugo Chávez (1996-1999), Revista Espacio Abierto, Cuaderno Venezolano de Sociología. Julio- septiembre, La Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela, 2001, págs.80-110. Y Romero Juan, Discurso y filosofía política en Hugo Chávez (1996-1998), Revista Ecuador Debate N° 55, Abril, Ecuador. Versión electrónica en http://www.lahora.com.ec/debate/paginas/debate489.htm .
[13] Lo entendemos como un dato fundamental de la conciencia humana, gracias a lo cual los hombres representan cosas y procesos distantes, al igual que se articulan entre sí a distintas realidades, formando conciencias colectivas compartidas por los miembros de una comunidad.
[14] Para Madriz María, La noción de pueblo en el discurso populista, Revista Latinoamericana de Estudios del Discurso. Vol.2- No.1. Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso (ALED). Universidad Central de Venezuela,Caracas, 2002, págs. 81-82: “El pueblo vive y actúa independientemente de que el líder o los medios lo nombren. Pero es el discurso del líder y de los otros actores políticos masivamente comunicado, el que elabora y eventualmente instituye un modelo de interpretación para ese hacer; una manera de valorar ese hacer; una identidad política que se atribuye al sujeto histórico de ese hacer quien, así, queda imaginariamente instituido como “el pueblo”... Efectivamente, el discurso populista atribuye al pueblo un conjunto tal de significaciones dispares que, a la postre, éste termina ora amenazado, ora victimizado; y se comporta, ora como cíclope, ora como eunuco; y pasa a la historia ora como libertador, ora como liberado”.

[15] Carvallo Gastón, Próceres, Caudillos y rebeldes. Crisis del sistema de dominación 1830-1908, Editorial Grijalbo, Caracas,1994, págs 212, aporta una interpretación del proceso histórico del siglo XIX y de las confrontaciones sociales que la caracterizaron. Asimismo Carrera Damas Germán, Una Nación llamada Venezuela, Monte Ávila Editores, Caracas,1997, págs.241 se dedica a analizar la dinámica política en el Siglo XIX.
[16] La historiadora Margarita López Maya, ¡Se rompieron las fuentes! La política está en las calles, En: Baptista Asdrúbal (Coord.) Venezuela Siglo XX. Visiones y testimonios, Fundación Polar, Caracas,2000, pág. 336-337, expresa que el siglo XX se caracterizó por las protestas populares, mediante una serie de ciclos que tienen una continuidad histórica desde finales del siglo XIX hasta los principio del siglo XXI. Esos ciclos de protesta popular, son la expresión disruptiva desarrollada en los espacios públicos por multitudes y otros actores sociales y políticos para expresar a las autoridades su apoyo, resistencia y oposición con las normas, políticas, instituciones o condiciones sociales y políticas.
[17] Es la memoria del sistema, creada y estructurada por un conjunto de agentes (individuales y colectivos) socializadores, que promueven la conformación de orientaciones socio políticas a favor o en contra del sistema, a través de las cuales se participa en la vida política ,Madueño Luís, Sociología política de la cultura, Ediciones de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela,1999, pág. 32.
[18]Easton David, Esquema para el análisis político, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1965, págs 112.
[19] En torno a los procesos de transición veáse el trabajo de Romero Juan y José Lares, Transición política, democracia y espacio público en Venezuela (1998-2002), Revista Cuestiones Políticas, N° 28, Enero- junio , La Universidad del Zulia, Venezuela, 2002, pág. 12-28.
[20] Se concretó este componente afectivo, en la creación de una representación de enorme rechazo a las instituciones políticas tradicionales, en un descrédito sobre el Congreso Nacional, el Ejecutivo, los partidos. Los estudios de opinión elaborados en el período 1989-1998, señalaban que en Venezuela las instituciones que habían sido puntales de la gobernabilidad carecían de credibilidad, que la idea de la democracia como simple realización de elecciones no llenaba las expectativas del ciudadano.
[21] Méndez y Morales, Ob. cit (2001) realizaron un estudio acerca de los valores y creencias de los venezolanos en torno a la democracia, y en él construían una idea de la democracia basada esencialmente en los siguientes valores: empleo (65.10%), justicia (47,40%), libertad (44,90%), igualdad (29,20%), gobierno responsable (26,70%), apareciendo la realización de elecciones – como definición de democracia- con sólo un 3%. Estas valoraciones sobre la democracia son elementos que maneja el discurso chavista, tal como se demostrara más adelante en este trabajo.
[22] El comportamiento político de los venezolanos, a partir de la eclosión de la cultura democrática partidista, ha estado marcado por la antipolítica y la protesta popular, como forma de expresión del descontento. La idea de una democracia activa, movilizante, impulsa la conflictividad en el espacio público desde finales del siglo XX, tal como lo hemos manifestado en otros trabajos : Romero Juan, Construcción política del disenso y el conflicto a partir de las elecciones de 2000 en Venezuela, Revista Reflexión Política, Universidad Nacional Autónoma de Bucaramanga, Colombia,Año 5, Nº 9, junio, 2003, 126-147, versión electrónica http://editorial.unab.edu.co/revistas/reflexion/rev59.htm .
[23] No es la intención detenernos en el análisis pormenorizado de la coyuntura 1992-1998, múltiple en sus formas de expresión, pero recomendamos la consulta de una serie de trabajos que asumen su estudio, a saber: Molina José y Carmen Pérez, La democracia venezolana en una encrucijada: las elecciones nacionales y regionales de 1998, en: Revista Cuestiones Políticas, N° 22. Instituto de Estudios Políticos y Derecho Público de la Universidad del Zulia, Venezuela,1999; y en Carrasqueño José et al, Venezuela en transición: elecciones y democracia 1998-2000, Red de Estudios Políticos de Venezuela- Redpol, CDB Publicaciones, Caracas, Venezuela, (2001).
[24]Romero Juan, Hugo Chávez y la representación de la historia de Venezuela, Revista Reflexión Política, Universidad Nacional Autónoma de Bucaramanga, Colombia, Año 6, Nº 11, JUNIO 2004, versión electrónica en http://editorial.unab.edu.co/revistas/reflexion/rev611.htm
[25] “La democracia radical, en otras palabras, forma un orden simbólico cuya radicalidad consiste en no ser jamás cumplida ni presente a sí misma, sino esencialmente impropia, dividida, separada de sí misma. Funda, a partir de un fundamento sin fondo, una política de lo "impropio", de lo "impolítico" o lo "apolítico", contra la política "propiamente dicha", es decir, en primer lugar, contra la política totalitaria, la cual se supone metafísica en su afán de alcanzar lo "propio" al ser "reapropiada" la historia por el sujeto de la política, sea éste el proletariado, el pueblo o incluso, en una deconstrucción extrema del comunismo y del socialismo.” ( Bosteels Bertold, Democracia radical: tesis sobre la filosofía del radicalismo democrático, Revista Metapolítica, Vol. 5, Nº 20, Octubre- Diciembre,México, 2001.
[26]Ob.cit, p.13
[27] Se debe recordar que esas fechas fueron la culminación de un ciclo de protestas de diversos sectores opuestos a Chávez, que vinieron acompañados por acciones colectivas en respuesta, tanto del Estado mismo, como de adeptos del Presidente. Finalmente, se complementó con una sublevación atípica de un grupo de militares que produjo la salida – momentánea del poder- del propio Chávez.
[28]Salazar Robinson, Venezuela: desencuentro actoral y crisis institucional. en: Robinsón Salazar y Romero Alexis (coord.), Venezuela: Horizonte democrático siglo XXI. Ediciones Libros en Red. Insumisos Latinoamericanos, México.
[29] Estamos claros, que la política social del gobierno de Chávez adolece de una base resolutiva, que vaya mas allá de la asistencia al ciudadano socialmente excluido, pero también tenemos claro su alto impacto en el contexto de crisis institucional que habían experimentado los venezolanos, que sentían que el Estado era algo ajeno a su propia existencia ciudadana, por el olvido al que habían sido relegados.
[30] “El ALCA, tal como está planteado, lo hemos dicho, es una amenaza contra nuestros pueblos. Precisamente contra nuestros agricultores, contra nuestros trabajadores, contra nuestros científicos, investigadores, contra nuestras industrias, contra nuestra esencia como pueblo. No podemos aceptarlo, sencillamente así, y estoy seguro que cada día los pueblos de la América Latina y el Caribe irán asumiendo con mayor conciencia la lucha por un verdadero modelo de integración, de unidad”. (Chávez Hugo, ALO PRESIDENTE Nº 150. DESDE Mucuchíes, Mérida Caracas,Venezuela, 18 de mayo de 2003. http://www.globovision.com/documentos/discursos.transcripciones/2003.05/20/alocha150/index.shtml.
[31] La entendemos como un conjunto de ideas y representaciones culturales y simbólicas, que legitiman un movimiento social y que llegan a ser compartidas por una variedad de movimientos y organizaciones.